“Quién nos calentará la vida ahora
si se nos quedó corto
el abrigo de invierno?
Claudio Rodríguez
La grandeza de la poesía, cuando esta es grande, como toda la de Claudio Rodríguez, está en sacarte de tus casillas, elevarte a lo más alto de tu pensar y sentir, y desde lo más fácil, que encaja en los sentidos, llevarte no solo a los mundos más sutiles, sino a los territorios donde la vida se la juega y todos nosotros estamos emplazados.
Fue oportuno el poema del poeta zamorano cuando lo escribió y pareciera más oportuno que nunca ahora, y lo será de aquí a doscientos años, que es lo que le sucede a los clásicos.
Arranca el poeta desde los primeros fríos con la imagen del abrigo en invierno que a muchos, quizá a los de siempre, se les quedó corto, y enseguida nos lanza a que nos hagamos las eternas preguntas de ser y del existir y el deber de arrimar el hombro, más bien el alma, el ser entero, para hacer corro, dar cobijo, sentarnos todos “en la camilla en paz, en esta / camilla madre que es la tierra”. Y entre juegos y quehaceres, se nos van pasando los años y de nuevo cada año el invierno se nos ha echado encima y con el “los primeros fríos”, título del poema.
Me quedo a solas con la pregunta inquietante del poema:
Quién nos calentará la vida ahora si se nos hiela la sangre cuando ruge el huracán del odio al extranjero, sobre todo cuando es pobre y no se le permite entrar en un país distinto al suyo, que es de todos y no es de nadie en particular, por mucho que algunos saquen pecho desplegando banderas, pancartas y concertinas.
Quién nos calentará la vida cuando se alimenta el rechazo a quien es diferente y solo por serlo, para que nadie pase frío y puedan jugar juntos y hermanados, blancos y negros, listos y un poco menos inteligentes, el niño israelí con el palestino, quién...
Quién nos calentará la vida ahora que el grito, la furia y el insulto se hacen dueños de la plaza común y esta se fundó para que corriera la risa, el abrazo, la canción y el baile, mejor si es agarrado, por encima de la discordia y la bravuconería.
Quién nos calentará la vida ahora mismo cuando unos pretenden romper la convivencia en paz y otros romperles la crisma por pretenderlo, sin gastar toda la leña de la palabra, la inteligencia y el acuerdo para tener la fiesta en paz y que corra el vino de la fiesta en amor, unidad y compañía. Quién detiene la locura del Brexit y el endiablado Procés. Por qué no se vota a otros que no sean los impresentables e ineptos, elegidos aquí y allá, no hace falta dar nombres, están en el pensamiento tuyo y mío. ¿Es tan difícil? Sí, ya sé que termino metiéndome en política, pero cómo no hacerlo, si todo es gobierno y gestión de la cosa pública y todo lo nuestro, hasta el aire que respiramos, sobre todo cuando viene tan contaminado. ¿Cómo no hacerlo, si ahí me lleva hasta la poesía más profunda y seria?
Quién nos calentará la vida ahora que nos vamos quedando solos y necesitamos que los de fuera nos saquen de paseo, nos limpien la casa y nuestras personales inmundicias, le den calor a nuestras manos gélidas, un abrazo de vez en cuando para saber que aún existe el consuelo y te susurren una melodía para que nunca muera la armonía en nuestro mundo. Y quién les calentará la vida a los sin techo, a los náufragos y a cuantos huyen de la guerra y del hambre..., ay.
“Cuando iba a calentarme / ha amanecido”. Fin del poema. Sí, menos mal, tras la noche llega siempre un nuevo amanecer.
... https://youtu.be/cPbRouRo7KA LUNA DE AGUA, Marta Toro.
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