viernes, 8 de noviembre de 2019

LLUVIA TRAS LOS CRISTALES


Ha cambiado el tiempo, a mejor, está amoroso el día, que diría mi padre (qué expresión más lograda y preciosa a la vez, “amoroso el día” y sin haber ido a la Universidad). Se ha puesto a llover. En un instante las gotas de agua corren río abajo compitiendo por ver quién llega antes hasta el alféizar de la ventana. Y apostaban por ello, perdiendo el tiempo, que dijera el escritor José Jiménez Lozano, los señores de El Casino, hará de esto más de cincuenta años en una columna de El Norte de Castilla, que recuerdo como si lo estuviera leyendo ahora mismo, y cuidado que es mi memoria frágil. Pudiera ser que perdieran el tiempo viendo llover y papando moscas, ya que algunos no tuvieron nada que hacer en su tan descansada vida.
Pero no deja de ser hermoso quedarse hipnotizado, viendo llover, contemplando extasiado el espectáculo de la lluvia sobre la tierra y los cristales, aquí precisamente que pueden pasarse seis meses sin caer una sola gota, que ya es desgracia. No, no puede ser perder el tiempo dejar que se empapen los sentidos: la vista ante la cortina cayendo de lo alto, el olfato con el olor de la tierra mojada, ya era hora, el oído que escucha una melodía olvidada, ay, y el tacto dejando que rueden felices las gotas por las manos y hasta por la cara al encontrar calor humano. Y poder celebrarlo como se celebra un acontecimiento importante, y este es esencial, porque nos va la vida en ello, le va al planeta Tierra para que pueda albergar vida y no Mar Menor muerto, grandes océanos tocados por la enfermedad grave de la contaminación por basuras y plásticos al por mayor, pasto de peces que los introduce en el proceso irreversible de una muerte lenta y lograr que vuelva exuberante la vegetación contra las masas extensas de los desiertos y tantas tierras estériles,
Me paro, merece la pena detenerse y volver la mirada hacia la ventana, porque sigue lloviendo, generosamente, gozosamente, y hacer que la memoria haga su trabajo:
Una tarde parda y fría
de invierno. Los colegiales
estudian. Monotonía
de lluvia tras los cristales.
Machado, siempre Machado, llevándonos a nuestros años de escuela y poesía. En esta mañana gozosa de otoño me permito cambiar, con el permiso del maestro, la “monotonía de lluvia” por la sinfonía silenciosa de lluvia tras los cristales. ¡Y qué bien suena! Amorosa la tarde...
Como suena, magníficamente bien, el poema de la uruguaya, Ida Vitale, Premio Cervantes 2018, titulado, precisamente: Gotas:
¿Se hieren y se funden?
Acaban de dejar de ser la lluvia.
Traviesas en recreo,
gatitos de un reino transparente,
corren libres por vidrios y barandas,
umbrales de su limbo,
se siguen, se persiguen,
quizá van, de soledad a bodas,
a fundirse y amarse.
Trasueñan otra muerte.
Nota al margen: Mañana, domingo, llueva o no llueva y hasta si caen chuzos de punta... hay que ir a votar.
... https://youtu.be/fwjX-m4LkYk ¿Qué tal estos Recuerdos de la Alhambra de fondo mientras llueve en los cristales?

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