martes, 5 de noviembre de 2019

EL PIANO QUE DUERME EL PEOR DE LOS SUEÑOS


El piano duerme y calla ensimismado sin saber a qué atenerse hasta cuando está despierto, porque ya no hay quien saque de él su mejores sones. Lo compramos para Alba, la segunda, cuando tenía seis o siete años, y parece que apuntaba buenos modales y mejores artes, y cuando ya era una leve realidad, pero realidad, porque se atrevía con Chopín y Bethoven, que son palabras mayores, nos vino a decir que lo tocáramos nosotros, que a ella ese asunto no le motivaba. ¿Será que vio en su hermana hacer lo mismo con la guitarra? Ya ves, y nosotros soñando en que nuestras hijas fueran, por los menos, algunas de las mejores instrumentistas de famosas orquestas, que es lo que pensamos un tanto obnubilados al soñar con el futuro de nuestros hijos, o hijas, en este caso. ¡Y cuidado que son majas y un dechado de virtudes y valores, que no es que lo digamos sus padres, nos lo cantan con frecuencia los mejores amigos y amigas que las conocen bien! Pero... que no. Que ni estuvieron, ni están por la labor. ¿Estarán algún día? Y yo qué sé.
Así que fue el refugio de mi santa, al principio, pues en sus años juveniles había estudiado piano, por aquello de que había que amortizarlo, hasta que también bajó la guardia, y ya lo visita demasiado de tarde en tarde. Lo veo quejarse, porque lo suyo no era este final, sino sonar y hasta hablar en manos ágiles y expertas. Cuando veo a las hermanas Buniatishvili, a Olga Scheps, a Polina Osetinskaya, a Rosalía Gómez, a Alice Sara Ott, a Yeol Eum Son, a Ana Fedorova, a Khatia Buniatishvili y algunas más de las que no me despego, me llevan los demonios al territorio frío y tonto de la envidia y me hacen susurrar al oído del viento: “Ya, pero mis hijas, no... No era lo que soñábamos”. Y me viene a la memoria aquel poema que deberíamos, todos los padres, tenerlo siempre presente. Suelo tenerlo. “Tus hijos no son tus hijos” de Kahlil Gibran:
“Tus hijos no son tus hijos
son hijos e hijas de la vida
deseosa de sí misma.
No vienen de ti, sino a través de ti
y aunque estén contigo
no te pertenecen.
Puedes darles tu amor,
pero no tus pensamientos, pues,
ellos tienen sus propios pensamientos.
Puedes abrigar sus cuerpos,
pero no sus almas, porque ellas,
viven en la casa del mañana,
que no puedes visitar
ni siquiera en sueños...
Tú eres el arco del cual, tus hijos
como flechas vivas son lanzados.
Deja que la inclinación
en tu mano de arquero
sea para la felicidad”.
Pues eso... Pero el piano se sigue quejando y sus notas son lamentos como el quejido del árbol cuando sus ramas se desquebrajan y me pregunta que por qué ha tenido que ser así, y para unirme a su llanto le digo que yo tampoco lo entiendo y le abrazo.
... https://youtu.be/0-czNkyPQDA Liszt - La Campanella — Alice Sara Ott ¡Qué lección de piano!

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