lunes, 28 de octubre de 2019

SI YO TUVIERA UNA ESCOBA


¿Quién no recuerda la canción de Los Sirex, en la década de los 60: “Si yo tuviera una escoba, cuántas cosas barrería”? Claro que se queda en nada la canción, porque no hace más que repetir ese estribillo hasta la saciedad, para decirnos que barrería el dinero y “todas cuantas cosas sucias se ven por los bajos mundos”. Y ya está. Pero no obstante, el estribillo es un magnífico hallazgo, porque desde entonces a todos nos ha dado alas y quisiéramos tener una escoba para barrer las mil y una miseria y basura que asfixian este nuestro mundo que almacena tanta bilis, tanta mediocridad, tanta cochambre y tanto de todo: malo-malo, para barrer, y bueno y estupendo, para respetar y celebrarlo, que no es bueno y sano pasarse en negativo. Pero desde luego con una escoba haríamos maravillas, porque después de una gran barrida esto no lo conocería ni Dios.
Suele estar, como todas las cosas de la casa, callada, pero en cuanto la coges, toma un ritmo que no hay quien la siga. Se la ve contenta, yo diría que hasta dicharachera, porque nunca se creía de lo que sería capaz, una cosa más, casi sin fundamento de simple y que pueda hacer tantos milagros, como dejar el suelo limpio de polvo y paja para que cuando pase poco después la fregona quede todo más limpio que una patena. Pero quede claro que ella ha abierto el camino de la limpieza dando paso, y sabe reconocerlo, que la segunda parte es necesaria y muy importante, a cada cual lo suyo.
No es necesario dar pistas porque, puestos, cada uno de nosotros sería capaz de hacer un listado, a la voz de ya, casi-casi infinito. Y bastaría una mirada en panorámica sobre el mundo de la política, la economía, la cultura, la judicatura, las iglesias, los curas, obispos y sacristanes, los tertulianos, los medios de comunicación, la calle, los jóvenes del botellón, los médicos y curanderos, los cuñados, y no solo en Navidad, las suegras y las nueras, los suegros y los yernos, los payos y los gitanos, los banqueros y la banca, los que se lo llevan crudo a lOs paraísos fiscales, los que antes de empezar a hablar ya están insultando, los que no han dado un palo al agua, casi nunca, y son los primeros en apuntarse en la lista de los que más han currado, los que a la hora de pagar se hacen los tontos y, después de haber pagado el de siempre, se creen más generosos que el sol naciente... Sigue alargando la lista, no te cortes, y te reconocerás el servicio tan sin par de la escoba y caerás en la cuenta de la tarea ingente que tenemos por delante, comenzando, como siempre debe ser, a barrer nuestra casa y cuanto de sucio y mezquino brota en nosotros, y que si nos despistamos se hace árbol frondoso. Ay, si yo tuviera una escoba: ¡cuántas cosas barrería, también mías!
“De cualquier forma no es preciso / mirar hacia lo alto para maravillarse”, canta, Ángel González, en un poema titulado, precisamente “Lecciones de cosas”, y se fija en el río “fluvial cadáver que en la mar descansa”, y en esa lejana cordillera... “vidas que se desviven poco a poco / vivificando co su lenta muerte / nuevas muestras de flora y de paisaje”. Porque mirando hacia lo más cercano al nivel de nuestros propios ojos podemos maravillarnos de sus asombrosas y permanentes lecciones.
.... https://youtu.be/E6wuWc6w9D8 Natalia Lafourcade - Rozalén. Danza de Gardenias. Lo que no barrería nunca sería esta danza.

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