Hablemos de mí otra vez y otra vez y otra vez, y así hasta el infinito... ¡Qué horror y qué cansancio y qué aburrimiento! Es el lenguaje y las actitudes de los ególatras, egocéntricos, amadores de sí mismo y poco más, por mucho que cacareen, los que siempre están quejándose de lo mismo, contando las mismas fantochadas, cantando las mismas cantinelas, no dejando de mirarse el ombligo por enésima vez: yo, mí, me, conmigo. ¿No ves cómo todo gira en torno a él: el padre, la madre y el espíritu santo, como satélites a su alrededor? O eso quiere y eso cree. El muy tonto, creyéndose el más guapo, el más listo, el más todo, el insustituible, hasta en sueños lo sueña y lo siente.
Nunca se dará cuenta de que todos no somos más que un charquito, nada si lo comparamos con un gran río, un lago y los inmensos océanos, pero mucho en pleno desierto, que les resuelve la vida a muchos que sacian allí su sed y les da pie para alargar su vida, pero nada más, y es mucho.
No deja de ser ridículo, no siendo más que un charco en medio del amplio cosmos, ir por la vida creyéndose lo no va más, siendo uno más, simplemente eso, del montón alegre y confiado en el mejor de los casos; diciendo lo justo de uno mismo, pero dejando hablar, expresarse a lo largo y lo ancho desde la profundidad que cada cual ha ido con mayor o menor fortuna adquiriendo, pues los demás también tienen alma y ego.
Y no deja de ser estúpido ver a los Napoleoncitos, hombrecillos de barro o porcelana, me refiero a muchos de nuestros líderes políticos, o personajes más o menos famosos, que no salen de sí mismo ni cuando se miran al espejo en la intimidad, dado el furor con el que salen a la calle a dar la nota en do mayor creyéndose los dueños absolutos de la calle, el micrófono, las vidas ajenas, los ejes del universo siendo como son no más que un ente hueco por dentro, mera apariencia de consistencia inane, se les mire por donde se les mire. ¿Muchos de ellos no estarían mejor en casa, tras ceder el puesto a otros, sin duda más dignos y sabios en el arte de saber estar, hablar, coordinar y gobernar?
No dejaría de ser igualmente ridículo, estúpido y muy penoso que nosotros, los hombres y mujeres de la calle y el sentido común cayéramos en ese patético egocentrismo de que todo debe girar en torno a nosotros, con lo bien que se está girando en torno a los demás, en medio de ellos y dejándose llevar por la fuerza del viento en alegre camaradería.
Conste que si escribo todo esto es, por encima de todo, para estar atento y no perder nunca el camino de los más sabios que en el mundo han sido, que es el camino de la verdad y la humildad, con unas migajas de bondad, tres hermosas fuentes para ser un pelín felices, que por otra parte, tal y como está el panorama, ya es más que suficiente.
... Una de Pablo Sarasate, de la que no me canso, ni de él ni de ellas dos:.https://youtu.be/-My4X_OBNtI. Dura 8 minutos, si no puedes ahora, no te la pierdas más tarde.
Fotografía de Luci Gutiérrez
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