viernes, 2 de agosto de 2019

CAYETANA ÁLVAREZ DE TOLEDO O EL ARTE DE LAS FINAS FORMAS


El mismo día que Pablo Casado nombró a Cayetana Álvarez de Toledo portavoz del PP en el Congreso todas las neuronas de mi cerebro, que son muchas, me tocan como a todos los demás, una más una menos, ochenta y seis millones, todas, te aseguro, se pusieron a bailar por tan maravillosa noticia, porque cuando ya no esperaba nada del líder de los Populares, este hecho me ha obligado a dar una vuelta de tuerca en mi comprensión errónea. El Sr. Casado ha tenido el más grande de los aciertos al elegir a una mujer cuya simpatía, don de gentes, amabilidad y empatía están por encima de la mayor de las exigencias imaginables. Esta mujer sabrá estar a la altura de los más grandes momentos y sobre todo decir la palabra exacta, el discurso más excelente adornado con la imparcialidad más rigurosa, los argumentos mejor razonados, la finura de quien le viene de cuna ser educada sin esfuerzo y no alarde pirotécnico al uso de todos sus adversarios. No hay color. Ella con solo estar tiene más que suficiente, tal es su porte, su sonrisa siempre dispuesta al canto, su deferencia de saber dar con el tono preciso, valorar cuanto de bueno y bello hay en todo paisaje humano, sabiendo extraer lo mejor de donde los demás solo ven porquería y cinismo. Todo un arte de fina educación. Nos esperan días de gloria y placer acumulado en donde el verbo pulido y las virtudes más altas de la oratoria lancen al aire y sobre las cabezas de sus señorías sus perlas más valiosas. Los anales de la historia no están acostumbrados a recoger tanta luz, tal cúmulo de buen saber y mejor entonar, porque todo quedará en penumbra y hasta el mismo Sr. Hernando, que tantas tardes de ejemplaridad nos diera, se perderá en el olvido ante la majestuosidad inconmensurable de esta señora que con solo decir su nombre y sus apellidos nos eleva a los más altos cielos como nunca nuestros ojos tuvieron la dicha de contemplar. Sr. Casado, mi enhorabuena más rotunda, Vd. sí que sabe, no puedo por menos de rendirme ante el mayor de los aciertos y ante la más sabia y oportuna selección de los mejores como ha sido el caso, lo que me ha obligado a reconocer y valorar entusiasmado y, dicho quede, doblegado. Esto sí que es estar a la altura. Estrecho su mano y beso desde hoy mismo la de la portavoz de su grupo político. En paz descanse. Perdón, no quería decir eso. No, por favor, en qué estaría pensando. ¡Apriétense los cinturones! Perdón, se me va el verbo por la gatera. Nos regalarán días de vino y rosas. No seáis mal pensados y fijaos solo en el aire de su pelo a lo Donald Trump. No importa, con ella se acabó la crispación, la intolerancia y la toxicidad. Aleluya. Y una última cosa: Dª Cayetana, de alta cuna y fina estampa, por favor, se lo ruego: no nos obligue a sacar lo peor de nosotros.
Nota no tan al margen: Esto fue escrito el mismo día que leí la noticia y tal fue la euforia y devoción que me envolvió que no tuve más remedio que pergeñar estos dulces e inocuos comentarios. Ese día me puse esta música, por si fallaba mi intuición, para que no decaiga la fiesta de las libertades:
... https://youtu.be/7Ilx7PiljHQ
... Y si prefieres una versión con orquesta y coro, ahí tienes esta: https://youtu.be/oCHJA3K0osE, que tampoco está mal.

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