viernes, 19 de julio de 2019

JUGANDO CON LAS PALABRAS PARA DOMINARLAS


Resistir, insistir, persistir.
Resistir: De las muchas acepciones elijo combatir y aguantar, no hablo de armas que me producen alergia, hablo de lucha sin armas, a cuerpo descubierto, con profesionalidad, pasión y fuerza unidas, echando el resto porque te va la vida o algo similar y sabes que si resistes tienes muchas más posibilidades de conseguir aquello que deseas con insistencia, sin desmayo y sin tirarte a la bartola.
Insistir: Me quedo con la idea de “repetir o hacer hincapié en algo”, insisto y no me canso de repetir una y mil veces, en clase de escritura creativa, que para lograr un escrito digno no hay más que corregir, ordenar, eliminar, volver sobre lo escrito una vez que se le ha dejado dormir. ¿Cómo, si no, se aprende una lengua, tocar un instrumento, sacar limpiamente una carrera, conseguir los mejores frutos de la huerta, etc. etc. etc.? Volver y volver sobre lo andado, sobre lo trillado. La buena música cuantas más veces la escuchas más disfrutas de ella. Y así tantas otras cosas.
Persistir no es lo mismo que los verbos anteriores, tiene un matiz claro y diferente: mantenerse firme o constante en una cosa. Persiste en su idea aunque nadie la apoye, aclara el Diccionario de la Real Academia, como saber que hay mucho tiempo por delante. Supone vencer al miedo, al que dirán, a las risas de quienes miran desde la barrera, sin ser capaces de bajar al ruedo, y no tener como consejeros y maestros a los que no se mojan, ni se implican, y el compromiso se la trae al fresco. Persistir como el joven cangrejo del famoso relato de Rodari, que termina de esta forma tan elocuente: “¿Llegará muy lejos? ¿Tendrá suerte? ¿Logrará enderezar todas las cosas torcidas del mundo? Nosotros no lo sabemos, porque está todavía caminando con el coraje y la decisión del primer día. Solo podemos desearle, de todo corazón: ¡Buen viaje!”.
... Hace unos días, nos dimos una panzada, mi mujer y yo, de cinco estupendas horas, cinco, viendo la final de Wimbledon entre Federer y Djokovic, y eso sí que era resistir: con una fortaleza y una pasión increíbles, sin dar por perdida ni una sola pelota; insistir, aun cuando las cosas no iban nada bien para alguno de los dos en algún momento, y los dos, a cual más, insistían en hacer el mejor saque, el tremendo derechazo o el revés más elegante y eficaz, a cual mejor; y persistir, como el tenista serbio que, aunque no tenía claramente a la inmensa mayoría del público con él, él seguía y seguía jugando, concentrado, y manteniéndose firme, jugándose el tipo en cada jugada, en cada punto y en cada set. Y así se gana.
Nota no tan al margen: Comencé este artículo sin pensar en el tenis y solo con la idea de jugar con las palabras para tratar de dominarlas, pero hete aquí que, habiendo dejado la parte final para apoyar las ideas con algún ejemplo concreto, me vino como agua de mayo, la tarde de tenis de esos dos monstruos, que, con nuestro Rafa Nadal, conforman el trío más genial del tenis, posiblemente, de todos los tiempos. Y son ellos, los tres, los grandes maestros en saber resistir, insistir y persistir. Y los tres ganan siempre, antes o después, y muchísimas veces.
¿No crees que le iría bien a esto algo así como El bolero de Ravel? Una vez más hay que oírlo. De las miles de versiones elijo esta: https://youtu.be/A-XAjbPCDmc

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