Hasta en los lugares más insospechados y sucios, si la imaginación trabaja, hay lugar para la poesía y los buenos propósitos. Al que se le ocurrió esa inscripción es seguro que no fue la primera vez que le visitó el respeto y la lucha por el medio ambiente. Y es seguro que llevaría de activista mucho tiempo, siendo lógico que la inspiración acudiera a él con frecuencia, porque le encontraba trabajando que, ya sabemos con Picasso, que siempre nos visita si estamos en ello y no a pájaros, y también que las cosas no nacen por generación espontánea.
No me canso de repetir que los ríos, los arroyos, los regatos más pequeños y las aguas todas van al mar, no a morir, sino a renacer de nuevo, como en cada primavera la naturaleza se viste de nuevo con sus mejores galas para deleite de nuestros sentidos y hasta brotan las flores en los lugares más remotos, no importándolas si nadie las ve, con ser y existir tienen bastante, regalando hermosura gratis al planeta. Pero, ay, ahora habrá que añadir que con las toneladas de plástico y demás desechos de toda índole y cochambre que estamos cargando al mar puede que, a largo, medio o corto plazo, le llegue la muerte, ahora sí, a mares y océanos.
“Debajo de los adoquines, la playa”, decía una pintada del mayo francés. Pues bien, han tenido que ser los franceses los que se han superado a sí mismos, porque se me antoja más potente esta nueva imagen, hay un imperativo expedito: “no arrojes nada, no vacíes nada”, que suena a mandato, a orden clara y rotunda, con una segunda parte mucho más ingeniosa, más poética, más imaginativa que le da mucha más fuerza al mandato orondo y limpio: “el mar empieza aquí”.
Hay que ser marcianos para no ver o no querer ver la gravedad del asunto. Y el asunto es que nos estamos cargando este planeta. Por fortuna son los más jóvenes los más sensibles y no solo porque su futuro está en peligro inminente, sino porque el presente debería acuciarnos y hacernos levantar de la modorra y la falta grave de sensibilidad. Y llevan mal que los adultos miremos para otro lado. ¿Quién entiende que algunas políticas que se venían haciendo en los centros de las grandes ciudades puedan paralizarse con el cambio de algunos gobiernos de signo diferente? ¿Hasta dónde puede llegar tamaña miopía? Habría que meterles de bruces en las alcantarillas para que vean que toda la suciedad que por ellas va termina en el mar y en el estómago de los grandes mamíferos.
No arrojes nada donde no debes. El mar empieza ahí mismo. Y si nos cargamos el mar nos cargamos la vida.
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