Cuando leí esta primera frase de un artículo que corre en Facebook: “La Crítica es inútil porque pone a
la otra persona a la defensiva, y por lo común hace que trate de justificarse”,
se me encendieron todas las alarmas, entré al trapo
y comencé diciendo:
No es inútil, ni mucho menos. Es
absolutamente necesaria. Y decía: estoy con Miguel Ángel Pérez, Maguil, al
comentar que “si se hace con rigor y
buenas formas la crítica es muy positiva... no todo lo hacemos bien”. El
artículo de marras seguía insistiendo: “La crítica es peligrosa, porque
lastima, hiere el orgullo propio de la otra persona, daña su sentido de la
importancia y despierta su resentimiento”. Aun entendiendo que puede haber algo
de razón en ello seguía con las antenas encendidas.
Y es ahí cuando entramos en un debate, civilizado, naturalmente, entre mi admirado, Jesús
Anta Roca, y yo: “Yo creo, me contestó Anta, que también la crítica es útil.
Pero el articulo aporta cosas que no por sabidas deben minusvalorarse: casi
siempre se saca más del premio por lo bien hecho que del castigo, que debe
haber una proporción en las cosas y que agobiar es muy negativo”.
“ Claro, claro, Jesús, respondí yo, se saca más del premio
que del castigo. Pero no estoy de acuerdo con el artículo cuando dice que la
crítica es inútil porque la otra persona se pone a la defensiva y no se
consigue nada. La crítica es un arte y no una práctica mostrenca”. Es costumbre
en mis talleres de escritura, tras la lectura de los alumnos comenzar diciendo
siempre: bien, muy bien, estupendo,
haciendo hincapié en algunos hallazgos y aciertos, para a continuación, casi
siempre, empezar diciendo, sí, pero..., ya lo saben y se ríen, en donde anoto
algunas incorrecciones, faltas de sintaxis, de estilo y de enfoque, que en
general son bien recibidas, porque el caldo de cultivo no es de reprimenda y
castigo, sino de ayudar a enmendar la plana, hacer posible el crecimiento y la
mejora, como de echarse unas risas, cuando procede. Advierto que el lenguaje de
Facebook, quizá por tratarse entre amistades, huye de toda crítica, abundando
en exceso de todo lujo de aplausos y adjetivos elogiosos. Y se agradece, pero
lo que más ayuda y hace progresar es la puntualización que te enseña ver los
fallos, algunos errores y posibles descuidos
tanto en el contenido como en la forma.
Insistía con buen talante, Jesús
Anta: “Yo
creo que el artículo trata de decir que a quien reprendes (está hablando de un
caso de padre-hijo) no puede ser continuamente criticado. Es cierto que el caso
es un tanto exagerado, pero creo que es una forma de poner en evidencia que la
crítica debe ser administrada con prudencia y pertinencia”.
“En cuyo caso estoy totalmente de acuerdo”, aproveché para
terminar el debate, reconociendo y aceptando los puntos de vista que apuntaba
Jesús. Y muy de acuerdo con la cita, al
final del artículo que comparte él mismo: “El psicólogo mundialmente famoso
B.F. Skinner comprobó, a través de sus experimentos con animales, que un
animal a quien se premia por su buena conducta aprenderá mucho más rápidamente
y retendrá lo aprendido de una forma mucho más efectiva que otro a quien se
castigue por un mal comportamiento. Estudios posteriores probaron lo mismo
aplicado a los seres humanos”.
Seguí pensando después que cuando no entramos al trapo con vehemencia, y
no digamos con furor, más facilitamos el
debate civilizado, tomando algunos puntos de vista del otro que, a primera
vista, pueden desentonar, pero terminamos valorándolos, lo que sin querer le
obligas a que actúe de igual modo: aceptar, asumir y valorar algunos de los
tuyos, dejando claro que la crítica es útil y necesaria, no inútil, pero puede
ser, eso sí, peligrosa, hacer daño y hasta contraproducente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario