lunes, 27 de mayo de 2019

CAPITAL DE LA GLORIA


La Guerra Civil está presente, como telón de fondo, en este libro, y lo que aletea en las historias, y entre líneas, son las vidas de la gente que tuvo la mala suerte de vivir en un país en guerra: Unas vidas con los sueños que por momentos salvan, los deseos de salir indemnes de tanto desastre, las mil pasiones frustradas, el necesario rehacer de nuevo la vida, mujeres que buscan el amor desesperadamente, o sueñan huir a París, o después de decir tantas veces que no, muchas, buscan al que pudo ser su hombre y ha desaparecido, acaso, entre los destrozos de los bombardeos, o el descubrimiento terrible ante una sortija con diamantes ¿robada?, de que el padre pudo ser el asesino, o ver cómo terminaba todo para algunos, tras el proyectil de mortero, ser aplastados bajo la tierra, no sin antes haberles registrado los bolsillos y quitado las botas, o un anillo, mudo testigo de lo que fue gran conquista y terminó en traición, o los recuerdos itinerantes de un miliciano que revive la trágica historia de una fotógrafa antifascista alemana, compañera de Robert Capa ..., relatos independientes con un hilo conductor entre la nostalgia y la pasión y el placer de vivir. Es la guerra, pero lo que se narra es el vivir de la gente en general que sufre la contienda lejos del frente. Y todo ello con una prosa que se lee como se mira el lento fluir del río, con complacencia y delectación, porque es como lluvia fina que penetra estimulando y sugiriendo.
Sirvan tres ejemplos:
“Unos minutos extrañada, en otros, incómoda, en otros, complacida por roces suaves que no se diferenciaban de su natural ternura; y lo que había previsto y temido de adolescente, una sacudida violenta o un dolor, pasó como una intimidad, breve porque el reloj marcaba la hora de acudir al trabajo”.
“Gira la conciencia de hijo en torno a una sospecha, una muerte, siempre lo que ha de ocultarse, un aro de oro con su insistente dolor íntimo, certidumbre difusa tan difícil de aceptar, que el padre fuese un asesino”.
“Pasarán años y olvidaremos todo, y lo que hemos vivido nos parecerá un sueño, y será un tiempo del que no convendrá acordarse”.
Con “Capital de la Gloria” cierra el autor la Trilogía de la Guerra Civil, compuesta por otros dos tomos de relatos, igualmente, “La tierra será un paraíso” y “Largo noviembre de Madrid”.
Su autor es Juan Eduardo Zúñiga, escritor, crítico literario, ensayista y traductor. Premio Nacional de las Letras y que ha cumplido este mismo año los 100. Ahí es nada.
Tenía yo una asignatura pendiente desde hace tiempo, porque no había leído nada de él y me parecía imperdonable, y más y más cuando leía a José Carlos Mainer que decía de este libro: “Es una trilogía que figura entre lo mejor que la guerra civil ha suscitado”. A Antonio Muñoz Molina: “Los relatos de “Largo noviembre de Madrid” son las mejores ficciones que he leído sobre la guerra civil española”. Y a Luis Mateo Díez: “Juan Eduardo Zúñiga ha escrito uno de los libros más hermosos que he leído en mucho tiempo”, ya digo, me entraban más ganas.
Tras el primer libro suyo leído y releído no puedo estar más de acuerdo con los tres autores citados. Altamente recomendable, habrá que seguir leyendo a este escritor centenario y madrileño: Juan Eduardo Zúñiga. Imprescindible.
Nota obligada: “Madrid, rompeolas de las Españas”, qué pena el resultado del domingo, la diferencia era del cero al infinito, pero, una vez más, las matemáticas han fallado.

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