Sabíamos que una imagen vale más que mil palabras y posteriormente hemos aprendido que una palabra vale, por lo menos tanto, si no más. Pues atención a esta frase que es un río caudaloso de ideas, imágenes y metáforas: “En situación de inundación, lo que hace más falta es el agua potable”, de sociólogo portugués Boaventura Sousa Santos.
¿Nos preparamos a volar con ella?
Vamos allá:
Si nos inundan de ideologías compradas en la tienda del barrio de todo a cien, está claro que lo que nos falta es un buen manantial de agua potable. Una ideología no se compra en rebajas, tan a mano y tan barato.
Y si de reconquistas te hablan huye a toda prisa a otros mejores postores, porque por la vía de la conquista, la reconquista la colonización y la recolonización ya sabemos de sobras el resultado: pérdida de identidad, lo más sagrado de los pueblos, del oro, toda la riqueza hecha a golpe de siglos por tus antepasados y la intoxicación. Que no nos vengan con cuentos que con León Felipe nos los sabemos todos, pues nos acunaron con todos los cuentos y uno más.
Ojo, mis queridas y entrañables mujeres, algunas de vosotras se metieron tanto en la piel y zapatos del hombre, como la abogada Rebeca Santamalia, que se encontró, tras el enamoramiento de su defendido, con la muerte ocasionada por once tiros de escopeta, y era la segunda que ese hijo muy mal nacido se llevó antes, como siempre, de suicidarse. Trató la buena e ingenua abogada de salvarlo. Rosa Montero, comentando este asunto se pregunta indignada: “¿Salvarlos de qué? ¿Cómo pudo esta abogada experimentada, sensible y lúcida enamorarse de un asesino frío y brutal que, al parecer, jamás mostró arrepentimiento por la muerte de su primera mujer?... Ya lo dice con toda claridad el cuento clásico: las mujeres se pasan la vida besando repugnantes ranas con la loca ilusión de transformarlas en príncipes”. Abre los ojos: las ranas son ranas y los príncipes, muchos también son ranas.
En uno de sus últimos artículos, Javier Marías, no se mete en ningún jardín y, como suele hacerlo, lo borda hablando de la “futbolización” del mundo en todos los ámbitos, que consiste en estar obligado a ganar todos los partidos, si no se hunde el club en la miseria. Así, en la vida, si prestas a alguien un favor, parece que deberías estar obligado de por vida a seguir prestando favores, para que no se te venga sobre tus espaldas lo peor, olvidar el favor hecho y el desprecio más absoluto, que es lo que suele pasar cuando te jubilan, que por mucho que hayas sido y dado, ya no eres nadie a partir del minuto uno, por lo que lo mejor que se puede hacer es no volver, yo así lo he hecho. Ah, y cuando se hace un favor, lo mejor será no esperar recompensa alguna. Vale más y te liberas de todo dolor de cabeza y de amargarte a existencia.
Cuando la información es tanta y con tanta monotonía repetida, ya puedes estar ojo avizor para que no quedes sepultado, sepultada, perdida toda sensibilidad y el más elemental y necesario juicio crítico. En el terreno político “envisten como carneros”, me parece que decía Juan Benet, no viendo adversarios, sino enemigos a quienes derrotar, creyéndose y haciéndonos creer que fuera de su reino no hay salvación posible. Piensan y hablan con soberbia y facundia inusitadas. O con ellos o el diluvio universal. O nosotros o el caos, proclama alguno, y a mí me gusta decir: Prefiero el caos. ¡Miedo dan!
Nota no tan al margen: la legalización de la eutanasia, ya.
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