Manolo Sierra, a mi me parece, que siempre está en estado de gracia, creación y puro éxtasis, ¿en Babia?, y nos da lo mejor de sí mismo, siempre igual y siempre muy diferente. Y en estas que se fue a su lugar de origen, Babia, y a su casa cerrada y fría que tuvo que abrir y calentar. Y nos regaló 18 cuadros que expondría en el bar-restaurante Puerto Chico a finales del pasado año y que entregaría al periódico virtual “Palabras Menores”, junto a un delicioso diario escrito por él mismo, para un estupendo experimento en el que participaron tres colectivos diferentes: Un pequeño grupo de presos del Módulo 14 del Centro Penitencial La Moraleja (Palencia), un grupo de mujeres del Barrio Belén y los dos talleres de escritura creativa del Barrio Huerta del Rey. La idea, según Iñaqui Gil, promotor y alma del experimento, consistía en dejarse empapar por las palabras y los cuadros de Manolo: “Escribir como él ha pintado. Con los colores primarios que hay en ti. Con formas (¿o con ideas?) que se superponen. Con objetos (¿o son sentimientos?) a veces delimitados, otras difusos... Se trata de dejarse llevar por la pintura y las palabras de Manuel Sierra para llegar a ti, a esa mujer de otro tiempo que irremediablemente es la de ahora”.
El mismo Sierra nos daba las claves: “Pintar quizá sea observar, mirar, saber mirar, a prender a mirar fuera y también a mirar dentro, dentro de uno, aunar la memoria que sabes y la memoria que aprendes… Saber pintar incluso a oscuras com s estuviese ciego y pintar con la memoria táctil porque el ojo también tiene tacto y capta las texturas y las memoriza”. ¿Acaso escribir no es eso mismo? Ya teníamos las pautas.
Lo entendieron tan bien que a tenor de lo conseguido pareciera que todo fue coser y cantar. No había más que dejarse llevar y eso sucedió:
“... Desde mi naturaleza, desde mi memoria, desde alguien que observa, desde la calma, dese la curva hacia ese muro en el que llega la noche y me ahogo... voy pintando en la pared, en el suelo..., pinto mariposas y me pinto a mí mismo con alas y vuelo hacia esa libertad que tanto aspiro”. Hidalgo
“Miro a través de la ventana veo el carro tan rojo y me sorprende en mi cabeza el recuerdo de los aromas del verano. El olor me lleva a las noches que pasábamos al fresco y veíamos pasar a los hombres con sus carros para ir a acarrear y regresar por la mañana llenos de trigo… Parecía oro con la luz de la mañana. Lali García
“Las pintura de Manolo me han hecho recordar el aroma del pan recién hecho, en hornos de leña. Desde tu ventana todavía percibo el aroma del pan...”. Lucía Belén
“Con tus cuadros me sentí inmersa en mi infancia. Paisaje y objetos están en mi memoria, en la memoria de mis ojos y en la tuya, los montes de Peñalba, el río Luna atravesando la vega... No perdí el tiempo esta tarde, tengo los ojos llenos de tiempo, estuve en el espacio que tú habitas”. Conchita Álvarez
Manolo Sierra nos dejó en sus cuadros su origen, su infancia, el trabajo de la memoria que le trae, le lleva y le persigue y nos lo devuelve en palabras y sobre todo en formas y colores. Los participantes en el experimento, en su mayoría mujeres, nos han dejado lo que les han transmitido la lectura de su diario y la contemplación de sus cuadros.
Enhorabuena, Manolo, Iñaqui y cuantos habéis escrito unos magníficos relatos al calor y a la sombra del pintor, dejándoos llevar por su viento creador cargado de buena magia, mucho arte y honda memoria.
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