lunes, 4 de marzo de 2019

¿CÓMO NO SER FEMINISTA?


¿Cómo no ser feminista si me gustaría ver en las manifestaciones del 8 de marzo a mi madre, mis hermanas, mi mujer, mis hijas y a mis amigas todas, y yo con ellas?
¿Cómo no ser feminista si se me llena el cuerpo de sarpullidos cuando oigo todavía gritar que la mujer en la cocina y me hierve la sangre al recordar el refrán nefasto y zafio de “la mujer casada con la pata quebrada y en casa?
¿Cómo no ser feminista sin ambages al escuchar las palabras incomprensibles y tan desafortunadas del Papa Francisco: “Todo feminismo acaba siendo un machismo con falda”? ¡Qué patinazo, santo cielo!
¿Cómo no ser feminista si desde que entré en el mundo de la razón uno de mis valores predilectos ha sido la igualdad radical de hombres y mujeres y el respeto profundo entre ambos sexos?
¿Cómo no serlo si he dicho mil veces en público que no entiendo un mundo que no sea gobernado, dirigido y gestionado conjuntamente por mujeres y hombres?
¿Cómo no ser feminista si de joven me tragué los dos tomos de Simone de Beauvoir “El segundo sexo” y quedé vacunado de por vida contra toda fiebre tradicional, machista y patriarcal?
¿Cómo no serlo al ver esta inmensa y alegre muchachada de 20 a 80, llenando las calles los últimos 8 de marzo y no querer unirte a ellas convencido de que tienen razón y que con ellas va el futuro?
¿Cómo no ser feminista si cada vez que alguien maltrata y asesina a una mujer te da vergüenza de pertenecer al género masculino?
¿Cómo no serlo si, tanto si eres hombre como si eres mujer, te crujen los sentimientos más profundos ante la actitud de las manadas y te enervan los discursos de algunos dirigentes que no distinguen entre violencia de género y violencia doméstica? Y serlo yendo al fondo, exactamente igual que la profesora y escritora vasca, Edurne Portela: “No es simplemente el arrebato de un hombre contra una mujer, forma parte de un sistema de pensamiento político, estructural”.
¿Y cómo no ser feminista hasta los tuétanos y estar al lado de las activistas y luchadoras por la igualdad de derechos entre mujeres y hombres, para que no se siga explotando a la mujer en la recogida de la fresa, para que deje de ser tan lenta su entrada en la Real Academia, en los Consejos de Dirección de la Banca y las Grandes Empresas... y querer estar a su lado en esta defensa tan elemental como justa?
Nota no tan al margen: ¿Y eso del “feminismo liberal”? No, gracias. No prostituyamos los conceptos.

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