sábado, 19 de enero de 2019

ES LA TRIBU, AMIGO


En el estupendo programa dirigido por Iñaqui Gabilondo, “La vista atrás”, recientemente, se tocaba entre otros el tema de la educación, con José Antonio Marina, en calidad de experto, y recordaba este el famoso dicho de que se necesita toda una tribu para educar a un niño y añadía que lo que había que hacer también es que esta tribu esté a la altura, lo que me alegró escuchar, porque es lo que yo mismo he pensado desde hace tiempo y hasta le he dedicado alguno de mis artículos, lo que no obsta para volver sobre ello, para seguir analizando y profundizando, y donde pone niño añadir a todo ciudadano, tenga la edad que tenga, puesto que desde que se pusiera en marcha la Educación de Adultos se nos viene diciendo con acierto que la educación va desde la cuna, y aun antes, hasta la sepultura.
Ayer mismo en la frutería tuvimos un pequeño debate sobre la violencia de los estudiantes y sus padres hacia los profesores. Yo intentaba mediar y aceptando que, siendo verdad, no dejaba de ser verdad, a la vez, que la mayoría de los padres y los propios alumnos no la ejercen. Y allí donde se da debe analizarse. ¿No tendrá algo que ver la familia cuando un alumno agrede a un profesor? ¿Quiénes son y cómo se comportan los padres en el día a día? ¿Cuál es el clima educativo en el hogar, si es que existe? Lo que nos lleva a mirar a todos lados, a toda la tribu, y poner la mirada en todas las instituciones, sin olvidar las plazas, la calle y todos los rincones del país.
Mientras existan, hoy, Rufián, y ayer, Hernando, portavoces de sus partidos en el Parlamento, es solo un ejemplo que tenemos en nuestra vida pública con una brecha gigante por donde nos vienen las peores aguas, demasiado pestilentes, que uno jamás hubiera pensado en unos señores llamados a la ejemplaridad cívica más elemental y necesaria.
Como algunos padres de los niños futbolistas comportándose como los peores hooligans imaginables.
O los ejemplos más vergonzosos de los curas pederastas, y sus obispos, silenciando, o peor aún, disculpando a los culpables y olvidándose de las víctimas y hasta atreviéndose a hacerles culpables, que ya es atrevimiento y cinismo.
O lo mismo dígase de los jueces, los partidos políticos, el mundo del fútbol y sus alrededores, los medios de comunicación, la plaza y la calle, la barra del bar... y todo cuanto se mueve en este áspero y delicado mundo y, tantas veces, a pesar de todo, hasta ejemplar.
La educación de un niño y de un ser humano no debe dejarse en manos de un único maestro, por sabio y buena persona que sea. Está claro que es toda la tribu la que tiene que cargar con una de las más bellas y difíciles tareas humanas. Ni tú, ni yo, ni nadie debe mirar para otro lado en esta tarea. Sí, es la tribu, amigo.

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