miércoles, 21 de marzo de 2018

NO MUERDO PERO QUE NADIE ME LADRE


“No muerdo pero tampoco aguanto ya que nadie me ladre”. J. A. Fernández Trejo
Podría seguir hablando en primera persona, pero prefiero hacerlo en la del plural, porque me parece que somos multitud los que pensamos y sentimos de igual forma.
Somos una inmensa mayoría los que nos levantamos por la mañana con aires de paz y no querer armarla por ningún motivo y menos todavía para abrir el mapa del insulto y mucho menos usar los dientes para eso tan bárbaro y caníbal como ser capaces de morder al otro.
Podrán parecer el periódico, los noticiarios y las tertulias de la radio y la televisión, El Caso, muchas mañanas; pareciera que el mundo estuviera permanentemente en guerra y los acosos y agresiones estuvieran a la orden de día, que lo están, pero por fortuna sigue siendo una mayoría aplastante la que tiene la hoja de servicio cívico en perfecto estado de blancura y valorada inmejorablemente.
Seguro que en esas mismas hojas a lo largo de la vida y más el que tenga la vida más larga habrá dejado caer más de un borrón, ¿quién no?, bueno sí, solo el fanfarrón que se cree guapo, listo, el más bueno y el más perfecto en todo, pero aun así, el resultado final va siendo más que decente y satisfactorio.
Pero NO, por favor, NO, que nadie nos ladre, porque ya no se lo aguantamos ni a San Pedro, en el caso de que nos ladrara, o en lugar de San Pedro, digamos mejor, el Sr. Obispo, el Portavoz del Partido Popular, dado a ladrar, el conserje del Centro Cívico, demostrando el pobre no ser nada cívico y el servidor del orden público y no digamos los que arremeten sin piedad y con mucho odio a los conciudadanos a quienes tiene que defender contra todo odio, insulto y homofobia, como ha sido el caso de un grupo de policías madrileños, que arremetió de la forma más repugnante contra los que no piensan ni sienten, por fortuna, como ellos. ¡Pobre Manuela Carmena
Mi padre, el pobre, que en paz descanse, jamás me puso la mano encima, y mucho menos me ladró, pobre, ni me levantó la voz, pero si hoy lo hiciera, no debería aguantarlo, y menos él todavía debería hacerlo, si a mí, perdida la razón y los más elementales modales, se me ocurriera ladrarle a él. Un respeto, por favor, unos a otros, todos a todos. Y si no se da, urge poner las cosas en su sitio. Todo menos agachar la testuz como bueyes mansos y ovejas modorras ante la voz de mando de quien ofende, hiere, maltrata y ladra.
Lo dicho: no morder, desde luego, pero tampoco aguantar ya que alguien nos ladre.


Nota no tan al margen: Ya he dicho alguna otra vez que los aforismos de José Antonio Fdz. Trejo son el mejor desayuno que nos prepara sin desmayo todas las mañanas, sin faltar a la cita, y a mí me hacen volar algunos de ellos. Eso es lo que he hecho hoy. Gracias, amigo.

No hay comentarios: