sábado, 24 de marzo de 2018

ARREPENTIRSE DE ALGO ES MODIFICAR EL PASADO


Leo en un relato corto de Juan Marsé esta frase en boca del personaje central: “Arrepentirse de algo es modificar el pasado”, y me da mucha alegría porque desde mucho tiempo atrás la vengo pensando exactamente igual y estoy convencido de ello. Y menos mal que sea así, pues de lo contrario estaríamos sepultados bajo losas más o menos pesadas, más o menos ligeras, pero siempre losas, depende en gran medida de la conciencia de cada cual, unas, muy laxas y otras, demasiado rígidas. Pero en positivo lo que realmente importa, y así debe valorarse, es que gracias al reconocimiento de la culpa, la muestra de la vergüenza y el sincero arrepentimiento, el pasado adquiere otro sentido y otro tono más dulce y saludable, aun cuando aceptemos que la leche derramada no vuelva al vaso y el mal hecho fue un mal sin escapismos que valgan, pero teniendo en cuenta que pueden de alguna manera conjuntarse los tiempos: que el pasado nunca acaba de fenecer, que existe un presente continuo y que el futuro está ahí con ansias desmedidas de ser y existir que nos roza el alma, siempre nos queda la posibilidad de enmendar la plana, corregir los errores y saldar las múltiples deudas y compensar con las nueves luces y los nuevos hechos las muchas sombras y todo el mal sembrado. Y eso aligera el peso de la culpa, necesario para respirar, serenarse, recomponerse y poder dar un nuevo y renovado impulso a la vida. Borrón y cuenta nueva, se nos dijo.
Más aún, existe el arte de recomponer el pasado: Nos viene, una vez más, del lejano Oriente, del Japón para más señas, y se trata del “kintsugi”, una técnica centenaria que consiste en reparar las piezas de cerámica rotas y que ha acabado convirtiéndose en una filosofía fe vida. Frente a un pasado de errores y fallos hay que recomponerse y hacer de las cicatrices algo estético y práctico como en las vasijas, logrando una restauración bella y útil.
Lo dejo ahí, sin añadir más leña al fuego, más materiales al discurso, por el temor de que se queden en hojarasca las añadiduras.
Sólo dos citas, una: este hermoso pensamiento de Mark Twain que, en su día, subrayé: “Dentro de veinte años estarás más decepcionado por las cosas que no hiciste, que por las cosas que sí hiciste. Así que suelta amarras. Navega lejos del puerto seguro. Atrapa los vientos alisos en tus velas. Explora. Sueña. Descubre”. Siempre es buen momento para empezar de nuevo y rehacer la vida sabiendo que el justo, según la Biblia, cae siete veces y vuelve a levantarse. Y aprovechando que por aquí pasa el Pisuerga, hablando del pasado, te regalo esta perla que he encontrado esta mañana en un artículo de Manuel Rivas sobre nuestros antepasados que termina así de genial e inquietante: “¿Qué futuro dejaremos a nuestros antepasados?”. Y termino yo diciendo: ¿Nos arrepentiremos a tiempo para dejarles un futuro mejor? Arrepentirse es modificar el pasado y el futuro.

2 comentarios:

José-Ángel Palacios dijo...

¡Qué bien explicado y qué medicina tan benéfica para el alma! Eres un maestro.

ÁNGEL DE CASTRO GUTIÉRREZ dijo...

Gracias, José-Ángel, pero ya sabes, creo, mi pensamiento: todos somos un poco maestros y un mucho discípulos. Un abrazo