domingo, 18 de febrero de 2018

NO, SR. DE AZÚA, ASÍ NO


Me preocupa y, a la vez, me indigna, que escritores, como Félix de Azúa, que se las dan de escritores, poetas novísimos, profesores de Universidad, etc. etc., caigan en contradicciones, los pobres, tan tremendas y escandalosas. Se puede estar abiertamente en contra de quienes han usado la palabra “portavoza”, a mí tampoco me gusta, de entrada, pero otra cosa bien distinta es armar el cante y despotricar hasta el insulto, saltándose todos los límites y uno más de entender el debate y la convivencia desde el respeto y muy lejos del odio y el exabrupto grueso y faltón hasta lo imperdonable.
“Burradas”, titulaba Féliz de Azúa, su columna, y como le conozco, me suelen dar ganas de no seguir leyendo, mi mujer lo hace sin consideración, yo volví a pecar de debilidad, y llegué a la mayor de las burradas, dicha por él: “Quienes arruinan el lenguaje son gente inmoral y deforme”. Un poco de por favor, digo yo también, siguiendo a Esperanza Ortega, en un magnífico artículo que titulaba, un día después, precisamente así: “Un poco de por favor, para la portavoza” en el que manifiesta no entender “esta santa indignación, tan semejante al sentimiento religioso, que les ha entrado a tanta gente al oír el neologismo de Irene Montero. Todos los días muchos hablantes acuñan nuevas palabras; unas pasan sin pena ni gloria y otras se quedan en el habla popular, que es el que hace evolucionar la lengua que estudian los gramáticos”. Al tiempo que se lamenta de palabros que la repatean como “implementar” y “empoderar”, sabiendo que es inútil despotricar contra su uso. Comparto ese lamento.
¡Qué diferencia!, todavía hay diferencias, lo de Félix de Azúa, con otro artículo, asimismo, de Almudena Grandes, un día antes, titulado: “Portavoza”, quien termina diciendo que parece ridícula la polémica generada por la propuesta de llamar portavozas a las portavoces, y pudiera suceder, añade, que ocurra lo mismo que con la palabra jueza que hoy ya se ha asimilado, así nadie habla de la juez, sino la jueza y la médica, habiendo otros asuntos muchísimo más importantes en la actualidad como que se siga discriminado a la mujer que, a igual formación y el mismo trabajo, no recibe el mismo salario que el hombre. Estos sí son asuntos y temas serios, aunque nuestro Presidente diga que “no nos metamos en eso”. ¡Tamaña barbaridad!
Así que, Sr. de Azúa, con todos los respetos, pero con el sentido crítico más elemental, menos humos, más racionalidad en sus argumentos, y si está en contra, hágalo desde la razón y no desde la visceralidad más rastrera e injusta, ni elegante ni mínimamente educada. No se puede escribir (perpetrar, mejor) un artículo de esta suerte, por mucho que cite usted al gran Wingenstein, con el que estamos de acuerdo, no usted en la práctica, con el contenido íntegro y la forma en su columna, y para colmo de males terminarlo de esta manera tan preocupante y tan indigna, al menos, para el que esto suscribe: “Quienes arruinan el lenguaje son gente inmoral y deforme”. Con todos los respetos, por favor, Sr. de Azúa, así NO, burradas de ese calibre, NO.

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