miércoles, 21 de febrero de 2018
¡AH, ESA RISA CONTAGIOSA!
Qué maravilla de imagen, por lo que ríen, por lo que tocan, por lo que se habrán dicho, por el nivel al que ha bajado la joven y el que ha conquistado la vieja para estar a la misma altura y por esa complicidad tan espontánea.
Lo que más llama la atención a simple vista es la risa, contagiosa, compartida, tan amplia, tan de dentro, como dos ríos que acaban de encontrarse y amplían su caudal pleno de frescura y aguas abundantes. Advierte cómo la risa de la persona mayor le inunda toda la cara, casi se diría que se ríe con todo su cuerpo, a diferencia de la sonrisa de la joven que es como más discreta, como más comedida, hasta más condescendiente, diríase que se va haciendo mayor y ha perdido la risa-carcajada alocada de cuando adolescente;
y cómo se tocan, una mano, la de la joven en la rodilla de la vieja, la de esta sobre la mano de la joven en perfecta armonía que le da profundidad al encuentro;
y se dicen lo que se dice en estas ocasiones, no es menester grabadora: - qué bien la veo, - ay hermosa, yo sí que te veo bien a ti, esa guapura que quita el hipo y que se llevará de calle todos los piropos de todos los guapos mozos del pueblo, - ay qué cosas me dice señora Engracia, - desde que te vi de lejos, me dije ahí viene La Pili, La Chiqui de mi prima Aurelia, porque para mí siempre serás La Chiqui, y ¿dónde vas?, - y ¡qué hace Vd. ahí’, - y ¿cuándo has venido?, - y ¿cómo está mi tío?...;
y casi siendo todo tan hermoso, llama mucho la atención ese nivel que han adquirido, a la misma altura, nadie más que nadie ni menos que los demás, ya digo: el descenso de la joven y el que ha conquistado la vieja, su sitio, para estar al mismo nivel, desde el respeto mutuo que es mirarse detenidamente a los ojos, valorarse, apreciar quién es quién con todo su bagaje, la hermosa juventud, la madurez como un tesoro a guardar.
Por eso, volvamos sobre la imagen de marras para que se quede una larga temporada a convivir con las mejores de nuestro álbum particular, valorando esa enorme, espontánea y mutua complicidad de una vieja entrañable y una guapa moza.
Publicado por
ÁNGEL DE CASTRO GUTIÉRREZ
en
6:49
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