sábado, 24 de febrero de 2018

“LOS PUTOS VIEJOS...”


Oí, al mediodía en uno de los canales de la televisión, esta expresión, a un joven airado, periodista, de nombre, Juan Soto Ivars, para más señas, y me encantó su ira, el testimonio que estaba dando como crónica apresurada y todo un homenaje a esos putos viejos entre los que se encontraban sus abuelos a los que ama y admira. Me fui a Internet y encontré el artículo que ha había escrito al calor de las manifestaciones por todas España. ¿El título?: “Los putos viejos en pie de guerra”. Y comienza así:
“Putos viejos. Los adoro. Los admiro. Los amo. Hoy siembran las calles españolas de furia y de baba y de gritos y de ese after shave de garrafón que gastan, me cago en diez. Miro las imágenes y las disfruto como en una película épica...” Para terminar de esta manera tan fresca, original y rotunda: “Sois mis héroes, y cuando sea mayor espero convertirme en puto viejo yo también”.
Es difícil escribir mejor y con más compromiso por las causas ajenas, que de ajenas nada, por aquello tan sabio y humano que aprendimos todos hace tanto: “Nada de lo humano me es ajeno”.
Ya ves, podría parecer a simple vista el primer exabrupto-insulto-descaro de la mañana y se trataba del mejor de los piropos, el apelativo más entrañable, cariñoso y reivindicativo que se podía decir en una mañana de helado invierno, pero que para estos hombres que han conocido el hambre de la posguerra más larga que cien cuaresmas y todos los fríos de los inviernos como este, con témpanos de medio metro, resultaba una caricia al rostro dada y recibida con alborozo quinceañero al saberse protagonistas de una inmensa manifestación y a la par activistas en la defensa de sus pensiones.
Qué envidia me han dado y cómo me hubiera gustado estar entre esos putos viejos, que es lo que soy yo también, y a mucha honra, aunque no me lo crea, por mucho que el tiempo cronológico se empeñe, en otra onda tan distinta de esas y esos que desde las altas esferas y tumbonas no mueven un dedo, o pocos, para mejorar la vida de los mayores y la que hay detrás de ellos a quienes tienen que seguir apoyando, como si hubiera sido poco lo que han hecho, y hasta se han atrevido a decir que lo que tienen que hacer es no alargar ya más los años, que a dónde vamos a llegar a ese paso tan acelerado y largo en exceso. Así son, algunos, algunas... y unos y otras congelando las pensiones y sin gestionar un futuro tan incierto, y el mismo Presidente, hoy mismo, diciendo que con las pensiones no hay que hacer política, entonces, ¿qué lo que hay que hacer? ¿Nada? Ya.
Y ya sabéis, políticos de turno y medianía, que con esta gente no se juega, quizá lo hayáis hecho en demasía, y os han votado, pero sabed que se van cansando, se les va calentando la sesera, y de tanto verlas venir han aprendido a decir BASTA YA, como sus hijos y sus nietos, éste, por ejemplo, que ha acuñado una expresión caliente, airada, reivindicativa y tierna, a la vez: LOS PUTOS VIEJOS EN PIE DE GUERRA, por ahora EN PIE DE CALLE, que no es poco.

Nota no tan al margen: Admiro a estos jóvenes, nietos de los abuelos que perdieron la guerra, porque nos están danto todas las lecciones juntas del respeto que debemos a nuestros muertos, sin odios ni venganzas, pero sin consentir ya más que sus huesos sigan perdidos, maltratados, en las cunetas, olvidados de nuestra querida y tan mal querida, la España que debiera ser de todos por igual.

No hay comentarios: