miércoles, 7 de febrero de 2018

EL DUQUE BUSCA JARDINEROS GRATIS


Leo a José Antonio Illanes quien leyó, a su vez, en la Revista Vanitatis, que el excelentísimo señor don Carlos Juan Fitz-James Stuart y Martínez de Irujo, duque de Alba, busca jardineros para el palacio de las Dueñas, en su querida Sevilla. Y me pongo a deletrear el suceso o lo que dé de sí tan estrafalaria noticia que de llegar a suceso engendraría un monstruo más en las relaciones laborales y en el acontecer de nuestra esperpéntica nobleza.
Sigo informándome sobre títulos de este noble plebeyo (porque por muy grande y noble que figure en sus múltiples escudos, no deja de ser un pobre diablo y plebeyo al atreverse a pensar y querer llevar a cabo tamaña desfachatez en este siglo de las diez mil desvergüenzas, más la suya): Don Carlos Juan Fitz-James Stuart y Martínez de Irujo es grande de España nueve veces, con tres ducados, cuatro condados, quince marquesados, un vizcondado, un señorío… treinta y siete títulos nobiliarios… caballero de varias órdenes… ¿Hay quien dé más?
Me gustaría conocer el final y ver cómo termina esta tragicomedia, dadas las pretensiones del Duque en cuestión que, a tanto llegaba su gentil largueza: pretendía rediseñar los jardines del palacio y para ello, no se conformaba con menos, solicitaba de la universidad “ingenieros en prácticas, becarios, plebeyos con hambruna medieval que doblen sus pedestres cervicales” en los espléndidos jardines, envidia de toda la plebe que, durante tantos siglos, ha contemplado con envidia y delirio. Porque el Duque de Alba requería ese trabajo a cambio de nada. Ya ve Vd. y Vd. sabe bien que es así como se han hecho las grandes fortunas, un poco de aquí, otro poco de allí y un mucho de más allá, además de robar al fisco cuanto fuese menester y pagar sueldos de miseria en Andalucía o en Camboya.
Supongamos que llegaran más de uno y menos de cien, muchos, y que a medida de ir viendo lo que les esperaba y la desvergüenza de los señores, que hubiera escandalizado a sus abuelos hasta llegar al Medievo, hizo mella en ellos, y todos, unos y otros, pondrían pies en polvorosa haciendo pedorretas ante la cara descompuesta de su excelencia el duque don Carlos Juan Fitz-James Stuart y Martínez de Irujo, duque de Alba, grande de España nueve veces, tres ducados, cuatro condados, quince marquesados, un vizcondado, un señorío… treinta y siete títulos nobiliarios… caballero de varias órdenes… la releche en purpurina y alcanfor, porque los tiempos que siguen igual han cambiado como ya nos anunció a lo lírico, musical y profético el genio de Bob Dylan:
“La línea está trazada, / la maldición lanzada. / El que ahora es lento, / luego será rápido. / Como el presente / será luego pasado. / El orden está / destiñéndose rápidamente. / Y el que ahora es el primero, / será después el último, / porque los tiempos están cambiando”.
Y esto es lo que hicieron, meterse en el primer bar que encontraron y entre cerveza y cerveza, entonaron la canción de Dylan brindando por el Duque de Alba, don Carlos Juan Fitz-James Stuart y Martínez de Irujo, grande de España nueve veces, tres ducados, jajaja, de infeliz memoria, y celebrando que los tiempos están cambiando.

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