miércoles, 18 de octubre de 2017

CUANDO EL BOSQUE SE QUEMA...


Lo sé, hace daño, pero esta imagen que corre por las Redes tiene un precio y un valor infinito. Y es necesario mirarla hasta que nos haga daño en los ojos y hasta que nos duelan. No hay que ocultar la realidad, ni poner debajo tierra la cabeza cuando corremos peligro, sino usar todos los cubos de la aldea y en fila ordenada intentar apagar el fuego antes de que sea tarde y se destruyan nuestras casas, todas nuestras pertenencias y hasta la propia vida cuando corre peligro. Magnífico ejemplo de solidaridad social el que nos han dado las buenas gentes de Galicia. Toda una lección.
Puede que haya pirómanos que disfrutan con el fuego y se animan al unísono cuando más fuegos hay a su alrededor, y hasta tramas, no está probado, puede que haya madereros que solo valoran su negocio por encima de todas las cosas y ganaderos que solo quieren más pastos para sus animales sin importarles nada más, pensando solo en que caiga el diluvio sobre todos y nos lleve al infierno, y puede que la administración, una vez más, siga haciendo recortes, aquí y allá, pensando que como el verano se acabó, se puede prescindir de manos de obra necesarias para seguir salvando el bosque, sin tener en cuenta que el otoño puede ser igual de peligroso que el verano más feroz. Puede que los gobiernos nunca las vean venir, que eso, también o sobre todo, es gobernar, y prevenir mejor que tener que curar mal y tarde. Puede...
Pero la verdad más incuestionable es que nos estamos cargando el bosque y con él la fauna y la flora y con él la vida sobre este planeta, sin olvidar antes las vidas humanas.
Por ello sigo mirando a esa liebre chamuscada, aunque me duelan las entrañas, pero es lo único que me puede salvar, nos puede salvar, si todos a una, dejamos de pensar que “cuando el monte se quema algo suyo se quema Sr. Conde”, para dar paso a si el bosque arde algo nuestro se está achicharrando.
Lamento no saber el nombre del fotógrafo para poder darle las gracias y colocar su nombre en negrita. Esta foto debería estar en todos los despachos de los responsables del medio ambiente y en la mente de los despreocupados que vamos por la vida sin la sensibilidad a flor de piel cuando de la vida nuestra y de los otros se trata, incluidos los conejos de casa, todos sus colegas de la granja y los animales del bosque.
En estos días de banderas hay una que deberíamos sacar todos los días del año a pasear, blanca, a ser posible, y en letras de oro, que diga: BASTA YA, SALVEMOS EL PLANETA, nuestra única casa, por ahora.


Nota no tan al margen: Pues sí, a última hora, encuentro a su autora, la fotógrafa Karin Pozo, y no es de Galicia, como podríamos pensar en estos días aciagos de fuego en Portugal, Galicia, León y Asturias, sino que está hecha en Melipilla, una provincia de Chile. Tanto monta. Ah, un último detalle, en el pie de foto lleva esta leyenda: “La escena era aún más cruda de lo que se puede apreciar en la imagen”.

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