domingo, 15 de octubre de 2017

HAGO ESFUERZOS POR ADIVINAR SU FUTURO


Hace tiempo me atrajeron unos chavales similares que lo intentaban todo con unos instrumentos rudimentarios hechos por ellos mismos, aquello parecía una orquesta en toda regla y auguraba un futuro espléndido de músicos de orquesta. En esta imagen, ay, no me atrevería a tanto porque solo dos están dando la mejor nota y entregados de lleno más que al canto al deslumbramiento de las imágenes movedizas de la tableta.
Hago esfuerzos por adivinar su futuro y me sale demasiado borroso, porque de entrada no veo por ningún lado que tengan las mínimas y elementales oportunidades que debieran tener por ser parte de esta gran familia humana.
Lo normal es que quieran salir de su país en guerra continuada y hambrunas permanentes. ¿Quién no lo intentaría? Y si logran llegar a buen puerto, el más soñado por envidiado, para construir su futuro, ¿conseguirán un trabajo digno para no tener que luchar a la intemperie contra todos los elementos más adversos, vendiendo quincalla y bisutería por las aceras y los paseos marítimos donde se advierte la enorme desigualdad humana y deshumanizada?
Aquella primera imagen que me llamó mi atención y le dediqué un breve artículo me reconciliaba con mi mejor esperanza y brotaba sin querer una sonrisa hacia dentro que atemperaba mi espíritu, pero ésta, y aun trasmitiendo alegría de vivir por esas risas tan frescas e intensas me producen cierto desasosiego al alejarme unos años en el tiempo, en su tiempo, cuando su tiernos años, alegres y espontáneos, se conviertan en años de juventud con un presente que se les va de las manos y les convierte en carne de cañón y un futuro negro que les cierra el camino.
Tras escribir esto cambio de actividad y me voy a mi particular club de lectura. Me encuentro en las últimas páginas de “Walden”, el libro de Henry David Thoreau, y me detengo ante este párrafo que me vale para decírselo a estos chavales, pues me parecía que terminaba mi artículo demasiado desesperanzador y poco acorde con esas risas tan contagiosas: “Por mediocre que sea vuestra vida, enfrentadla y vividla, no la esquivéis ni la denostéis... Amad vuestra vida por pobre que sea. Seguramente tengáis algunas horas agradables, conmovedoras y gloriosas, hasta en un asilo. El sol del atardecer se refleja en las ventanas del hospicio con la misma calidez que en la mansión del hombre rico; con la llegada de la primavera la nieve se funde ante su puerta al mismo tiempo”.
De todas formas ellos nos están dando una lección: la de sacar partido a la vida en cada momento. Seguro que no han comido postre después de una comida en exceso austera, pero, como si se olvidaran de ello, se ríen a mandíbula batiente por lo más insignificante, como todos los niños y adolescentes del mundo lo hacen, y esa risa les perseguirá a donde quiera que vayan. Menos mal.
Pues eso, que hoy he preferido abrir mi ventana y hablar de estos chavales de mi mundo sin fronteras. Seguro que como el tuyo si miras a tus adentros.
Nota no tan al margen: Porque pase lo que pase mañana, estos chavales seguirán ahí, y la Gürtel, la Púnica, el saqueo de los Pujol..., los recortes laborales, sanitarios, educativos, el paro... y así sucesivamente.

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