Hace tiempo me atrajeron unos chavales similares que lo intentaban todo con unos instrumentos rudimentarios hechos por ellos mismos, aquello parecía una orquesta en toda regla y auguraba un futuro espléndido de músicos de orquesta. En esta imagen, ay, no me atrevería a tanto porque solo dos están dando la mejor nota y entregados de lleno más que al canto al deslumbramiento de las imágenes movedizas de la tableta.
Hago esfuerzos por adivinar su futuro y me sale demasiado borroso, porque de entrada no veo por ningún lado que tengan las mínimas y elementales oportunidades que debieran tener por ser parte de esta gran familia humana.
Lo normal es que quieran salir de su país en guerra continuada y hambrunas permanentes. ¿Quién no lo intentaría? Y si logran llegar a buen puerto, el más soñado por envidiado, para construir su futuro, ¿conseguirán un trabajo digno para no tener que luchar a la intemperie contra todos los elementos más adversos, vendiendo quincalla y bisutería por las aceras y los paseos marítimos donde se advierte la enorme desigualdad humana y deshumanizada?
Aquella primera imagen que me llamó mi atención y le dediqué un breve artículo me reconciliaba con mi mejor esperanza y brotaba sin querer una sonrisa hacia dentro que atemperaba mi espíritu, pero ésta, y aun trasmitiendo alegría de vivir por esas risas tan frescas e intensas me producen cierto desasosiego al alejarme unos años en el tiempo, en su tiempo, cuando su tiernos años, alegres y espontáneos, se conviertan en años de juventud con un presente que se les va de las manos y les convierte en carne de cañón y un futuro negro que les cierra el camino.
Tras escribir esto cambio de actividad y me voy a mi particular club de lectura. Me encuentro en las últimas páginas de “Walden”, el libro de Henry David Thoreau, y me detengo ante este párrafo que me vale para decírselo a estos chavales, pues me parecía que terminaba mi artículo demasiado desesperanzador y poco acorde con esas risas tan contagiosas: “Por mediocre que sea vuestra vida, enfrentadla y vividla, no la esquivéis ni la denostéis... Amad vuestra vida por pobre que sea. Seguramente tengáis algunas horas agradables, conmovedoras y gloriosas, hasta en un asilo. El sol del atardecer se refleja en las ventanas del hospicio con la misma calidez que en la mansión del hombre rico; con la llegada de la primavera la nieve se funde ante su puerta al mismo tiempo”.
De todas formas ellos nos están dando una lección: la de sacar partido a la vida en cada momento. Seguro que no han comido postre después de una comida en exceso austera, pero, como si se olvidaran de ello, se ríen a mandíbula batiente por lo más insignificante, como todos los niños y adolescentes del mundo lo hacen, y esa risa les perseguirá a donde quiera que vayan. Menos mal.
Pues eso, que hoy he preferido abrir mi ventana y hablar de estos chavales de mi mundo sin fronteras. Seguro que como el tuyo si miras a tus adentros.
Nota no tan al margen: Porque pase lo que pase mañana, estos chavales seguirán ahí, y la Gürtel, la Púnica, el saqueo de los Pujol..., los recortes laborales, sanitarios, educativos, el paro... y así sucesivamente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario