Una vez
más la lección nos viene de los más pequeños, de los que no saben, de
los más insignificantes, de esos a los que no damos ninguna importancia
cuando estamos tratando los asuntos trascendentales de la existencia,
olvidando que lo primero y principal es la búsqueda del otro, el
encuentro, la convivencia, el trato, el pacto, el juego y el primer
trozo de espacio y tiempo para compartir los sueños, el juego, la vida.
El
artista vio lo que los demás vemos, pero no sabemos plasmarlo de esa
manera y con la diferencia de que él se detuvo, dio marcha a su
potencia creadora y nos estampó una obra de arte de hondo significado:
dos adultos, hombre y mujer, que no se aguantan, se detestan, creen que
lo mejor es darse la espalda, encerrarse en su mundo canijo de enemistad
y rechazo, frente a los dos niños que llevan dentro, y que lo único que
desean y a lo que aspiran es a tocarse, buscarse primero porque
necesitan encontrarse, tocarse, y necesitan el roce de la piel para
comenzar enseguida el juego, que para ellos es la tarea primordial, sin
lo cual nada vale la pena. Cada uno puede sacar sus propias conclusiones
sobre el significado de la obra, lo que no obsta para leer lo que el
propio escultor, Alexander Milov, escribió sobre su obra: “Demuestra un
conflicto entre un hombre y una mujer así como la expresión interna y
externa de la naturaleza humana. Su ser interior tiene forma de niños
transparentes, quienes se cogen de las manos a través del enrejado.
Cuando se oscurece, los niños empiezan a brillar. Este brillo simboliza
la pureza y sinceridad que une a la gente y da la oportunidad de
arreglar las cosas cuando llegan los tiempos oscuros.”
Mejor nos
iría si escucháramos más al niño que llevamos dentro porque, sin lugar a
dudas, es lo más inocente, brillante, transparente, original y sin
dobleces de lo que deberíamos estar orgullosos.
Escuchar y retener sus interrogantes aunque nos parezcan sin sentido y cerca del absurdo.
Aprender a mirar como ellos miran, indagan, destripan, se ensimisman en
lo que están haciendo olvidando lo demás. Nadie como ellos para
entender el Carpe diem.
Ser incapaces de guardar rencor, porque por
mucho mal que reciban lo olvidan y tratan de ir a lo esencial, volver al
juego en el que les iba y les va la vida.
No encerrarse en ninguna
jaula y, aun en el caso de que alguien o ellos mismos se encierren,
ellos son capaces de salir al instante porque no soportan la soledad
impuesta, el aislamiento, los espacios carcelarios, la noche oscura, el
pozo de todos los miedos. Ya digo: Es obligado escuchar al niño que
llevamos dentro, y de paso, al joven que fuimos y al adulto que estamos
siendo.
Escultura de Alexander Milov
1 comentario:
Dear Angela
I love this photo of this sculpture . I would love to have a high resolution copy to it - can you please help?
Many thanks in anticipation of your help
Kindest Regards
Carmel
email: cmvr172002@yahoo.co.uk
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