miércoles, 26 de julio de 2017

SI SE CALLA EL CANTOR


Hay versos, títulos de canciones, aforismos, microrrelatos..., a los que habría que estar constantemente homenajeando o por la carga explosiva que encierran o la pasión que levantan o la belleza que ofrecen a quienes se detienen asombrados. Y con no más de diez palabras.
Si se calla el cantor calla la vida, y en la voz de Mercedes Sosa, además, hace que se detenga el pulso, el aliento, y deje un regusto en el paladar del alma como es incapaz de lograrlo el mejor de los vinos. Pasa con: Caminante, no hay camino... He sembrado tu vientre de amor y sementera. Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí. Carpe diem. Enhiesto surtidor de sombra y sueño. Que por mayo era por mayo. Yo nací libre...
Pero tiremos del hilo y el ovillo se irá deshaciendo- desarmando-creando un tapiz colectivo inagotable en su colorido, sus formas, su expresividad y su explosión final.
No puede callarse el cantor, porque con su silencio se iría en paralelo el susurro de la vida, se moriría de espanto “la esperanza, la luz y la alegría” y tendríamos que preguntarnos con su autor, Horacio Guarany: ¿De qué sirve la rosa sin el canto? ¿Sin una palabra que le dé sentido a todo cuanto vive?
Si se callan los sabios se apaga toda luz y no hay quien pueda vivir sin la luminosidad de su sabiduría.
Si se callan los que siempre están abajo soportando la carga de los de abajo y los de arriba, todo este tinglado de lo macro y lo micro no puede ir a puerto seguro.
Si se callan las masas, las élites se empoderan aún más y nos hay Dios que les baje de su poltrona, lo que es nefasto, como bien lo va demostrando la historia de los pueblos.
Si se callan los Organismos públicos democráticos, el caos de la anarquía, los populismos y las dictaduras nos llevan al desastre que todos conocemos, aunque algunos se empeñen en mirar para otro lado o ser benévolos con quienes no se lo merecen, porque el desorden trae el caos, acudir a las emociones por encima de lo elaborado por la mente nos lleva a la falta del rigor más elemental de cómo gobernar la cosa pública con elegancia y decencia y la mano dura y sanguinaria conduce irremediablemente a lo peor de la tribu y a lo más salvaje y doloroso.
Si nos callamos ante la injusticia estamos siendo cómplices por no gritar, por no mover un dedo.
Si se calla todo un Presidente de Gobierno a las preguntas de los abogados, en el juicio de la Gürtel, diciendo que solo se ocupa de lo más y nunca-nunca-nunca de lo menos..., apaga y vámonos, triste milonga.
Si se calla el cantor calla la vida, y si calla la vida..., tristes tigres tristes.

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