lunes, 1 de mayo de 2017

TRES ROSTROS Y EL DISCURSO DEL SR. GOBERNADOR



Dice el pie de foto que la acción se sitúa en Argamasilla de Alba en 1950, aunque bien podría ocurrir hoy mismo. Entonces escuchaban al Sr. Gobernador del lugar, hoy podría ser cualquiera de nuestros políticos más al margen de la ley de la decencia. Pero lo que importa es no despistarse y prestar cuidadosa atención a las miradas de las tres mujeres de la imagen, porque son una enciclopedia abierta y andante con la sabiduría del gran loco que se lanzó a correr el mundo, tener amores imposibles y deshacer entuertos.

Comencemos por la primera de la izquierda, de nombre, Dorotea, que así se me antoja: Cierra bien un ojo porque no da crédito a lo que oye y se acuerda del comentario cuando niña su padre, en circunstancias similares, dijo: A este tío no le cree ni el cuello de su camisa, que entonces no lo entendió qué querría decir aquello y ahora acaba de descifrarlo.


La segunda bien pudiera llamarse Domitila, aunque responde mejor por la Domi y no hace más que murmurar y llevarse el dedo a la boca, no para chupárselo, sino para dudar mejor de las mentiras del barquero y los datos del Ministro de Economía que se acaba de inventar, porque no hay Dios que se lo crea, pues ella y los suyos cada vez trabajan más y tienen menos, el cereal baja y los impuestos suben, por lo que no hay que pegar tantos petardazos para celebrar la salida de la mala racha, hoy crisis, que solo se da en la cabeza del Sr. Gobernador o en las altas esferas en donde tiene su aposento por muy finas palabras que ofrezca al auditorio.


La tercera responde al diminutivo de Laly, que viene a ser la señora Eulalia, como consta en la partida de bautismo de la parroquia, y no se queda atrás en expresividad. Lleva el pañuelo preparado por si fuera necesario llorar, aunque se le ha quedado una mueca en la cara que está a punto de estallar por lo bajines, sin que ni siquiera sus vecinas aperciban tamaña grosería: “váyase a la mierda, Sr Gobernador, y no quiera hacernos comulgar con ruedas de molino”. Y se le quedó así la cara.
Añade la breve nota del pie de foto, tal vez ante el semblante de las tres mujeres: “Yo creo que tienen la cara de no quedar muy convencidas. ¿No les parece?”.
Tú verás, y si tienes dudas date otra vuelta por los tres rostros y te convencerás de que son más claros que el agua clara de los ríos cristalinos de la montaña más alta, claramente elocuentes y, sin duda, ejemplo a seguir.

No hay comentarios: