lunes, 24 de abril de 2017

LA SONRISA DE LA PIEDRA


Hay sonrisas que alegran la vida y salvan muchos instantes:
Recuerda aquel largo duelo que te tuvo en un sin vivir llorando en tu soledad más amarga, hasta que brotó la primera sonrisa y te diste cuenta de que había un nuevo amanecer en tu vida y que esta seguía deslumbrándote.
Llegaste a Santiago de Compostela, a caballo, a pie, en bici o en coche, fuiste recorriendo con tu mirada los muchos santos de piedra que allí moran hasta que te topaste con el profeta Daniel y no tuviste más remedio que detenerte y devolverle emocionado la sonrisa que te ofrecía. No habla, como dice el escritor gallego Manuel Rivas, pero “quieras o no la mirada te elige. Está sonriendo. Una sonrisa contagiosa. Nunca antes la piedra había sonreído así. Una de las mejores sonrisas de la historia del arte”. Eso mismo creo yo, e igualmente para quien no se ha despistado, tras un largo viaje a pleno pulmón, a veces desde Roncesvalles, esa sonrisa vale más que todos los abrazos al gran santo.
Y te lleva a las primeras sonrisas que, como todos los bebés del mundo, te devolvieron tus hijos o tus nietos, como respuesta-reflejo involuntaria a las sonrisas que tú les dabas para que se abrieran al mundo en dichosa armonía y a la vida en paz y con ganas de fiesta aunque cayeran chuzos de punta. Ya sabes que cuando tienen pocos días su sonrisa es indiscriminada, pero a medida de ir cumpliendo meses se hace discriminada porque ya se van volviendo extraordinariamente listos e inteligentes.
O más cerca en el tiempo, cada vez que estás con un familiar con Alzheimer, en su fase de mayor deterioro, buscas por todos los medios que te sonría, cuando se le ha ido el habla por los derroteros del olvido total y solo responde, como el bebé que fue, al espejo de tu sonrisa, donde se mira sin saber más que eso tan importante como es devolver lo poco que le queda. Una sonrisa que te salva el día.
Suelen decir los psicólogos que: “Las personas risueñas viven más, gozan de mejor salud, tienen mejores relaciones, son más atractivas, desarrollan su inteligencia y disfrutan de mayor equilibrio emocional”. Está claro en la piedra que representa al profeta Daniel del Pórtico de la Gloria: goza de mucha mejor salud que el resto, es más atractiva y regala complacida el equilibrio emocional que la envuelve. ¡Cómo no querer ser piedra de esa manera tan prodigiosa!

2 comentarios:

jubilación viene de júbilo dijo...

Ángel, me sigo asomando y ...."sonrío". Me alegra siempre leerte. Un abrazo

ÁNGEL DE CASTRO GUTIÉRREZ dijo...

Muchas gracias, por seguir ahí y aquí. Un abrazo