Estas son las tres palabras, a mi entender, para definir la poesía, que tomo de mi admirado Claudio Rodríguez, a quien tuve la suerte de conocer y palpar su categoría humana, en un encuentro en su casa, tiempo ha, y que desde entonces es un poco mi poeta de cabecera.
Paso a desmenuzarlas:
“Celebración” porque hay que sacar a pasear lo mejor del ser humano, la tierra toda con todo su esplendor, brindando en compañía de los más y compartiendo las cosas de este mundo, pero sobre todo los buenos sentimientos, las mejores acciones de quienes van por la vida haciendo bien sin darse cuenta ni importancia. Y hay tanto que celebrar, brindar y cantar con versos de este poeta: “miserable el momento si no es canto”. Y “todo es nuevo quizá para nosotros. / El sol claroluciente, el sol de puesta, / muere; el que sale más brillante y alto / cada vez, es distinto, es otra nueva / forma de luz, de creación sentida. / Así cada mañana es la primera. / Para que la vivamos tú y yo solos, / nada es igual ni se repite...” Y porque todo puede comenzar de nuevo y ser distinto de todo lo demás, pues los momentos del vivir y del sentir no se repiten aunque quisiéramos. La poesía como celebración de la vida y todo su entorno.
Alianza, que es pacto y comunión, común unión con todos los seres que a nuestro lado viven, desde el asombro y la admiración, sin preguntarnos si los animales tienen derechos, y enzarzarnos en ridículos debates, porque de lo que se trata es, de la mano esta vez de Machado, clamar a todos los vientos: “¿Dices que nada se crea? / No te importe, con el barro / de la tierra, haz una copa / para que beba tu hermano”. Para qué enzarzarse sobre si los animales tienen o no derechos, si lo que importa es que sufren si se les maltrata. Se trata de ir a lo esencial y tú y yo sabemos si vamos solamente al fondo de nosotros mismos por dónde va la cosa. Alianza, celebrando el aire fresco, la luz de la alta planicie, la entrega renovada, la patria a campo abierto, materia de cosecha, ni fronteras ni distancia, sino compañía, con sustantivos potentes y adjetivos certeros de Claudio Rodríguez, uno de nuestros mejores poetas castellanos.
Condena, que siguiendo al poeta elegido y admirado sirve para preguntarse: “¿De qué han servido tanta / plaza fuerte, hondo foso, recia almena, / amurallado cerco? / El temor, la defensa, / el interés y la venganza, el odio, / la soledad: he aquí lo que nos hizo / vivir en vecindad, no en compañía”. También el decir “basta ya” y no ceder, como Rosa Park, el asiento a un hombre blanco y poder cantarlo y reivindicarlo de nuevo. O tomar el aliento de Martin Luther King como protesta y anuncio nuevo: “Una nación que año tras año continúa gastando más dinero en defensa militar que en programas de mejoramiento social se aproxima a su muerte espiritual”. Aviso para nuestra Ministra. Porque es menester no solo pasear cantando la belleza de los astros y las rosas de la primavera, sino meter las manos, a ser posible, en todos los charcos, atentos a las pajas que obnubilan la mirada de los otros siempre que quitemos primero la viga de los nuestros. El poeta berciano Juan Carlos Mestre la define así: “La poesía es por excelencia el discurso de la desobediencia y un arma de legítima defensa ¬¬¬contra la mentira, el poder y la mediocridad”.
Poesía eres tú, naturalmente, siempre que seas, a mi entender y gusto: celebración, alianza y condena. Como la misma poesía.
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