lunes, 8 de mayo de 2017

EL MUNDO SIN TI SERÍA INCOMPLETO


Hemos leído esta tarde, en el taller de escritura creativa, un microrrelato, “Estado de sitio”, de la escritora mexicana, Elena Poniatowska, premio Cervantes, 2013, que es todo un ejemplo de brevedad y a la vez un prodigio de profundidad por la enorme cantidad de lecturas diferentes a que puede dar lugar si se le concede el tiempo necesario: no menos de tres o cuatro lecturas, cada una de las cuales nos abre horizontes y ayuda a ahondar en el texto.
Nos presenta la escritora a un personaje femenino inquietante que va caminando por un paisaje no menos perturbador de grandes avenidas y anchas superficies negras y se siente invisible porque nadie la reconoce ni siquiera la mira. Y no puedo por menos de recordar ese inmenso poema de Dámaso Alonso “Mujer con alcuza” que viaja en un tren que nadie sabe a dónde va ni quien lo conduce...
“Ámenme, ayúdenme”, grita, pero su mirada resbala sobre ella, a pesar de que los mire detenidamente a cada uno de los que va viendo, pensando y acariciando. “Ámenme, véanme, aquí estoy”, insiste, en vano, porque nadie vuelve la cabeza. Vuelve a la carga porque está convencida de que su mensaje encierra una buena y hermosa noticia, podría decirse que es una verdadera buena nueva:
“Su sociedad sin mí sería incompleta, nadie camina como yo, nadie tiene mi risa, mi manera de fruncir la nariz al sonreír, jamás verán a una mujer acodarse en la mesa como lo hago, nadie esconde su rostro dentro de su hombro…señores, señoras, niños, perros, gatos, pobladores del mundo entero, créanme, es la verdad, les hago falta.” Yo echaba de menos este mensaje en el poema formidable de Dámaso Alonso que era incluso más desolador sin apenas resquicio a la esperanza, aunque sí un leve aliento de vida.
Porque a pesar de que esta mujer de Elena Poniatowska camine sola, se sienta sola, y nadie la espere, anuncia su más bella mercancía: completa el universo, ya que es única, indispensable y necesaria. Más aún: todos los días, como si fuera el primero, con la misma pasión y mayor terquedad, emprende el camino, sale a las grandes avenidas, a ese gran desierto tan similar al que lleva dentro de sí, porque como dirá, otro poeta de la Generación del 27, Aleixandre, en el poema titulado, “En la plaza”: no es bueno quedarse en la orilla, como el malecón o como el molusco, que quiere calcáreamente imitar a la roca y perderse en el gran corazón de los hombres... que es lo que busca precisamente con desesperación la mujer de la escritora mexicana.
“Estado de sitio”, se titula el relato y solo volviendo a él a abrevar uno no deja de sacar fresca agua y nuevas ideas que se asemejan a algunas de las que se asientan tantas veces en otros tantos estados del alma de cada cual, porque la lectura da eso también: luz, sentido y refuerzo a lo que uno mismo siente.
Yo me quedo ahí, dejo el final para otro momento, ese final que me inquieta sin encontrarle hoy significado a no ser que la escritora me lo explicara: “necesito mirar esta negra extensión de chapopote, necesito ver mi muerte”. Fin del cuento. Final cerrado. Prefiero otro con un final abierto, propio de un lector proactivo y creativo sacado del mismo relato, unas líneas más arriba. Algo así: Y sin embargo, todos los días, como si fuera el primero, con similar pasión y mayor terquedad, emprende el camino y sale a las grandes avenidas pidiendo guerra que no es guerra, sino celebración y alianza: hacerse visible a todos y poderlos tocar, abrazar y hacer fiesta con ellos.
Puedes y debes hacértelo mirar: El mundo sin ti sería incompleto.

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