jueves, 18 de mayo de 2017

MIL HISTORIAS A PUNTO DE ESTALLAR



Se asoman y como da un poco miedo cruzar el umbral se agarran con fuerza de las manos, una mano a tiempo puede ser la salvación, lo saben porque lo llevan en los genes. Y no se atreven a salir y menos adentrarse en el bosque que está en penumbra por la niebla, además de que han sido avisadas mil veces de que no se les ocurra ir solas lejos de casa.
En breve se darán la vuelta y volverán a la seguridad del rincón caliente en donde las esperan los juegos que dejaron hace un momento abandonados y algún libro que les permitirá salir a conocer otros bosques animados, poblados de duendes y hermosos príncipes y dar vía libre a su imaginación que, sin querer, se pondrá a su servicio para volar tan alto que nadie les pueda alcanzar si se ayudarán a cruzar los charcos y los posibles desfallecimientos bien agarradas de las manos.
La puerta está abierta, dos niñas, a punto de salir o echar marcha atrás. Tanto si hacen lo primero como lo segundo hay muchas historias que están esperando a la puerta, esa puerta, para echar a andar y dejar que la imaginación haga el resto.
Fíjate si no en este párrafo del comienzo del El Quijote: “Y así, sin dar parte de su intención a ninguna persona y sin que nadie le viese, una mañana, antes de hacerse de día, que era como de los calurosos del mes de julio, se armó con todas sus armas, subió sobre Rocinante, puesta su mal compuesta celada, embrazó su escudo, tomó su lanza, y por la puerta falsa de un corral salió al campo, con grandísimo contento y alborozo de ver con cuánta facilidad había dado principio a su buen deseo”. Y la armó, el resultado final, tras esa salida del protagonista, dar a luz una de las obras cumbres de la literatura mundial.
Sigo pensando, por ello, en el valor de las palabras y en la fuerza de la imagen, que son las que nos dan alas a la hora de escribir y pensar.

Imagen de Elena Sumylova

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