jueves, 20 de abril de 2017

TODOS LLEVAMOS UN COLUMPIO DENTRO


Y de pronto se ha despertado, se ha mirado hacia adentro de sí misma y ha descubierto lo que había perdido inútilmente, porque de tanto estirar la piel hacia arriba y ansiar ser mujer se olvidó de lo mejor que llevaba dentro: la niña que fue (ay, de aquel niño que fuimos) y que a poco que nos miremos aflora haciendo lo que mejor debe, lo que mejor sabe: jugar, soñar, crecer, beber el viento de la calle y de los montes más cercanos y saber recibir mejor que nadie los besos de la noche.
¿Quién que se palpe la piel de su mejor memoria no quiere dar marcha atrás y subirse al columpio de sus ocho años, leer la cartilla primera, aquel cuento que dejó para siempre un buen sabor de boca, aprender a montar en bici para ir descubriendo los avances tan descomunales, paso a paso, tarde a tarde, oler el primer café o el arroz con leche de la abuela o el bollo recién salido del horno que te enfriaba en las manos tu madre para que no te quemaras o el primer sobresaliente que te pusieron con el que creíste haber escalado el Everest y recibir cada noche los besos de tus padres con el que desaparecían los miedos de las sombras y el traje de la primera comunión y la primera vez que viste la capital de tu provincia y cuando te asomaste a la dársena del Canal de Castilla en Medina de Rioseco y creíste que todo aquello no podía ser otra cosa que el mar y cuando veías desde tu estatura de pocos centímetros a tu padre y era para ti el mayor de los gigantes con todo el poderío del mundo y...?
Y das marcha atrás para aprender bien la lección: todo te pertenece, también el ayer que nunca muere del todo y desde ahora no quieres perder los momentos que van pasando, que están siendo, que ya se encargará el tren veloz de la vida hambrienta y voraz de tragárselo todo sin miramiento alguno, pero por fortuna no todo se lo llevó el tiempo airado ni quedó sepultado en el pozo del olvido porque, la memoria, cada vez más a flor de labios, hace aflorar una retahíla de los primeros juguetes: el columpio, la bicicleta, la primera muñeca, el cabás heredado del hermano mayor, la caja de pinturas Alpino y los primeros dibujos a todo color y...
Te dejo para que recuerdes con toda la fuerza de tu alma el niño o la niña que fuiste y que nunca debió de marcharse de ti ni un segundo. Es parte de los grandes tesoros de tu biografía.
 

Nota al margen: Hoy, con la que sigue cayendo, nadie debería callar y dejar de decir en todos los foros: ¡BASTA YA! Yo lo hago con las palabras, de esta misma mañana, de Iñaqui Gabilondo: “No nos hagamos ilusiones, no vamos a salir del lodazal, por mucha basura que se acumule, aunque la mugre nos llegue hasta el cuello, mientras no entendamos que la corrupción es una tiranía y que estamos aceptando esa tiranía sin sublevarnos”.

No hay comentarios: