lunes, 17 de abril de 2017

PLAYA Y PROCESIÓN


Lo acabo de pillar en Facebook y me he dicho: de aquí no te escapas, sin que le eche unas coplillas de pregonero, con rima o sin rima, porque lo que importa es que rimen con el corazón y el cerebro desde donde suelo escribir.
Primero que rompe el tópico con ese inicio dudoso, puesto en tela de juicio, quiero decir, porque la belleza está en el interior, puede que sí, puede que no, exactamente igual que en el exterior. Y hay bellezas que quitan el hipo, aunque bien es verdad que las del interior suelen pesar y durar más. A las del exterior enseguida les salen varices, grietas y arrugas como desfiladeros, será por eso por lo que nos agarramos con fuerza a las otras. Aunque aquí, jugando con la ambigüedad, se refería directamente al interior del país.
Segundo, es original, rompe el ritmo monótono y atronador de los tambores de Calanda, y nos lleva a lo que nadie intuía después de esa primera parte que en sí puede ser anodina, pero cuando se le coloca al lado de una segunda frase excelsa, por el contraste inesperado, todo el párrafo adquiere una belleza inusual, de gran acierto, como que el autor ha conseguido un aforismo de enorme calidad literaria.
En tercer lugar no puede ser más actual que en los días de Semana Santa, cuando esto se publica, llevándonos en andas como en la procesión a todas las calles y pueblos de España por donde pasan Los Cristos y las Dolorosas y a todas las playas de este mismo país en donde muchos disfrutan felices al sol, a la brisa del mar y a la sombra con una cervecita fría en el chiringuito más a mano. ¡Y que si hay gente guapa en la costa: ya lo creo!
Y cuarto: Sin herir sentimiento alguno -algo que parece una epidemia de moda- y con el mayor respeto tanto hacia quienes van en procesión como hacia los que gozan tumbados en la arena o paseando por la playa dejando que la frescura e inmensidad del mar penetren en el interior a través de los cinco sentidos. Viva la libertad y que cada cual escoja lo que le venga en gana.

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