No tiene donde caerse muerta, la pobre, pero le sobra imaginación para encaramarse al final de la torre de un castillo derruido, y volar tan alto-tan alto de poder alcanzar sus sueños más preciados. Ha hecho su globo de una bolsa de basura, se ha puesto a soñar y se le ha llenado el corazón de mariposas traviesas y jilgueros cantores. Y ha tenido mil sueños, aun estando bien despierta, mientras subía hacia el inmenso azul y paseaba de nube en nube emocionada: La primera lágrima en salir ha sido cuando ha visto a su madre resplandeciente como no la había vuelto a ver desde que en uno de los muchos bombardeos cayera destrozada hasta lo irreconocible; pero se ha serenado cuando desde lejos ha visto venir a su padre silbando la nana con la que tantas noches le susurraba para que el sueño le viniera pronto; y los juegos interminables en la calle con sus amigas; y la palabra que más le había hecho feliz, dicha por aquel niño de pelo alborotado al pasar cerca de ella una tarde de frío y lluvia: “guapa”, aquella palabra que no ha olvidado y se ha quedado a vivir a su lado; y la sopa de leche que comía en casa de los abuelos; y los helados de nata y fresa de algún domingo; y el primer cuaderno de comienzo de curso que ocupó la primera tarde todas las páginas con palabras y dibujos de corrido, pero que día a día volverían como pájaros a su nido chiquito; y aquel deseo, acaso el más grande de todos, de llegar a ser algún día como su prima, la famosa bailarina...
Permíteme, niña de globo y miel, que te susurre al oído, como lo haría tu padre:
Niña de viento
libre,
sube cada tarde,
con tu globo,
donde los sueños
se visten
de fiesta,
donde el aire
abre la puerta
de todos
los misterios
y el azul,
da paso
a todos los colores.
Niña de fuego
y fresa,
sube cada tarde
antes de que lleguen
el huracán
y los miedos
de la noche,
y ojalá
que muchos
sigamos
los pasos
de tu ascensión
y aprendamos,
como tú,
a volar
entre las estrellas.
Niña de nieve
dulce,
sube cada tarde
y déjanos
estar
a la sombra
de tu falda
y bajo
la luz
de tu mirada.
Niña de viento
libre,
sube cada tarde,
con tu globo,
donde los sueños
se visten
de fiesta,
donde el aire
abre la puerta
de todos
los misterios
y el azul,
da paso
a todos los colores.
Niña de fuego
y fresa,
sube cada tarde
antes de que lleguen
el huracán
y los miedos
de la noche,
y ojalá
que muchos
sigamos
los pasos
de tu ascensión
y aprendamos,
como tú,
a volar
entre las estrellas.
Niña de nieve
dulce,
sube cada tarde
y déjanos
estar
a la sombra
de tu falda
y bajo
la luz
de tu mirada.
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