domingo, 12 de marzo de 2017

MARTIRIO, “la dama de gafas oscuras”



Cogí los bártulos el viernes pasado, es un decir, porque solo me llevé un breve esquema en un folio, para presentar de nuevo a Martirio, en La Cistérniga, en donde nos ofrecía una charla sobre la copla en nuestra educación sentimental. Tal fue el éxito de hace dos años que, Cristina López, mi buena amiga, con tan buen olfato para la cosa cultural y dar un alto contenido a la espléndida Casa de Cultura del municipio, a tiro de piedra de Valladolid, me invitó otra vez a presentar el acto.
No se me ocurrió caer en el topicazo de que Martirio “no necesita presentación porque todo el mundo la necesita. Es importante una breve presentación, y no solo para calentar el ambiente sino, sobre todo, para decir algunas cosas fundamentales de la protagonista, que no tiene por qué estar al tanto de ello una inmensa mayoría, por muy famoso que sea el artista de turno.
Y de nuevo se hizo el milagro y el público se fue emocionando progresivamente, porque la charla-monólogo-cantado, “La mujer y la copla en nuestra educación sentimental”, de Martirio, nos fue llevando y adentrando, sin querer queriendo, desde el principio, con muchas tablas, a su hermosísimo jardín, relato precioso y bien trabado, desbordando un fino humor-crítico sobre los tonos más sombríos y abultados de la copla y haciendo participar con voces y palmas a discreción, pocas veces he visto, desde el inicio hasta el final dar tantos aplausos a una artista, pero es que estamos hablando de Maribel Quiñones, MARTIRIO, la dama de gafas oscuras, como alguien la ha llamado con acierto.
“Maribel es la escultora de Martirio, escribió José Luis Sampedro, en el prólogo al delicioso libro “La vuelta a Martirio en 40 trajes”, su arte creador empieza con el personaje y es un proceso permanente” y cómo el hechizo de esa figura singular, diferente, ha dado nueva vida a la peineta, a 40 trajes y su bastón de mando: el abanico.
De nuevo, fue un gustazo y todo un lujo porque Martirio es única y hay que celebrarlo con ella.
Esta es la grandeza de los más grandes: ser únicos, originales, tener una voz y un estilo propios. La imagen externa, como todo el mundo sabe de Martirio, es peculiar y única, pero afortunadamente únicos son su voz y su estilo, únicos e inconfundibles, tal y como acuna y mima su voz que es como un susurro y un arrullo al alma más exigente y sensible.
Fue con Carlos Cano la gran renovadora de la copla, que tanto en él como en ella suena distinto, y así mismo el flamenco, el jazz, el bolero, la bossa nova o el tango.
Se acerca ya a la veintena de discos publicados y ha colaborado con artistas de la talla de Maria del Mar Bonet, Chavela Vargas, Compay Segundo, Javier Ruibal, Carlos Cano, Alberto Cortez, Luis Pastor, Amancio Prada, el pianista de jazz Chano Domínguez, Mayte Martín, o Miguel Poveda, entre muchos otros.
Ha recibido muchos y muy significativos premios: Medalla de Huelva, su tierra natal, medalla de Andalucía, premios nacionales, Ciudadana de Honor de Buenos Aires, Ciudadana ilustre de Puerto Rico, La llave de Medellín...
Nos quedamos a cenar, nada menos que setenta personas del numeroso público asistente, y continuó la fiesta con canciones y muchas fotos, porque todo el mundo quería una imagen con Martirio.
Fue un placer inmenso escucharla una vez más.
Martirio siempre es un lujo. Es la gran dama de gafas oscuras de la copla y de todo cuanto toca y canta.

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