viernes, 3 de marzo de 2017

EL LUTO, UN MARTES DE CARNAVAL



Releo la deliciosa novela “Memorias de un niño campesino”, de Neira Vilas, y les leo, el pasado Martes de Carnaval, a los cincuenta mayores de la Residencia de Ancianos, “Cardenal Marcelo”, que asisten a “Ventana Abierta”, martes tras martes, fieles a la cita, el 4º capítulo, titulado “Luto”, en el que el protagonista, Balbino, “un neno labrego”, nos cuenta cómo pasó tres años con un luto incomprensible por su tío Braulio, repitiendo insistentemente que él no tuvo culpa alguna, lógicamente. Y ¡cómo lo entienden muchas de las señoras, que lo escuchan atentas, y que se pasaron toda la juventud de negro, “como una que yo conocí y quedó viuda de joven, vistió de negro hasta los noventa años”, dice estremecida una mujer de la primera fila! ¡Cómo se extrañan de lo vivido a sus ochenta y más, igualmente que el niño gallego de 12 años!
Balbino nos contará en este capítulo su triste Martes de Carnaval: “Me echaron encima el luto hace tres años y con él sigo, sin poder ir a las fiestas ni vestirme de “viejo” en carnaval. El último Carnaval lo pasé en casa... Mientras los demás se divertían, yo soportaba, el encierro. Pero vi la mascarada por una rendija de la ventana... La gente reía, cantaba, gritaba de contento. Se divertían todos. Todos, menos yo, que sufría detrás de la ventana... Yo no tuve la culpa de que mi tío Braulio quedara aplastado debajo del carro. ¿Por qué entonces me encajaron este luto sin fin”.
Balbino nunca lo entendió, ni los cincuenta ancianos, más Xoan y yo, esa mañana de Carnaval. Ellos asistirían al baile de la tarde que Xoan había programado, olvidándose de los lutos que sufrieron en su larga vida.
Terminé diciéndoles el pésame utilizado por los turcos que aprendí solo hace unos días y repito a quien cojo por banda y esté dispuesto a escucharme: “No hay que morir con el muerto”. Pues eso, porque la vida es lo que importa y está ahí siempre esperándonos para usarla, desgastarla, disfrutarla y convertirla en vida buena. Y eso es lo que querrían nuestros muertos de estar vivos.

Nota no tan al margen: Te recomiendo esta novela, de la que Xesús Alonso Montero, ensayista, poeta y catedrático de Literatura gallega, dijo en el prólogo, que se trata de una deliciosa autobiografía, “a mi modo de ver unas peripecias y unas vivencias inéditas, hasta que Neira Vilas organizó con ellas esta palpitante e incitante novela”. Corría la década de los 70 cuando fue publicada y cayó en mis manos. Disfruté enormemente con su lectura, como ahora, después de cuarenta largos años de su publicación. Por eso está tan felizmente arrugada y parcheada con cinta adhesiva por todo el lomo.

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