lunes, 13 de febrero de 2017

UN SABIO HUMANISTA



He celebrado, sin eliminar la pena, la muerte del sabio humanista Tzvetan Todorov, como mejor sé y creo que a él le gustaría tal y como lo he hecho. Así me agradaría a mí que lo celebraran mis amigos, y los más míos, en la última despedida, aunque no tanto para leer alguna de mis cosillas, claro, como para recordar, con una copa de buen vino o un simple café, algunos buenos momentos vividos en compañía. He hablado bien de él en el taller de escritura, he leído algunas frases de dos libros suyos leídos, releídos y subrayados y hasta he pensado para la próxima sesión trabajar alguna frase suya, ambientarla con el capítulo en el que se incluye, su contexto, y hacer que elaboren su propio escrito.
Podría ser esta:
“Ninguna cultura es en sí misma bárbara, y ningún pueblo es definitivamente civilizado. Todos pueden convertirse tanto en una cosa como en la otra. Es lo propio de la especie humana”.
Es el final de un largo capítulo del libro “El miedo a los bárbaros” que se lee con enorme facilidad, como todo lo suyo.
Ser bárbaro, para Todorov, es el que transgrede las leyes más fundamentales de la vida común, los que marcan un auténtica ruptura entre ellos y los demás hombres, no tener en cuenta si los demás los observan cuando realizan los actos más íntimos, los que viven en familias aisladas en lugar de agruparse en hábitos comunes, los que niegan la plena humanidad de los demás, tratar a los otros como no humanos, como monstruos y como salvajes..., para concluir con esta gran verdad: no podemos decir que la barbarie sea inhumana y mientras no reconozcamos que la inhumanidad es humana, seguiremos contándonos mentiras piadosas y esta otra: las tortura, la humillación y el sufrimiento que se infligen a los otros forman parte de la barbarie...
Ser civilizado, sigo el pensamiento del pensador búlgaro-francés, es el que sabe reconocer plenamente la humanidad de los otros, es reunirse con otros y establecer contactos prolongados con ellos, formar entidades superiores, un pueblo, un país, un Estado, es “colocar todas las literaturas extranjeras en pie de igualdad con la literatura nacional”, tomado de Yasmina Reza, es reconocer la pluralidad de grupos, de sociedades y de culturas humanas, y colocarse a la misma altura que los otros, es distanciarse de uno mismo para ser capaz de verse desde fuera, como con los ojos de otro, y ejercer así un juicio crítico, no solo de los otros, sino también de uno mismo...
Con solo estas mimbres ¿cómo no divagar por cuenta propia por donde nos impulsen los vientos siempre favorables de la inspiración que nunca descansa a poco que se la trabaje? Estoy seguro de que el taller, como siempre, se convertirá en un enjambre laborioso y la cosecha de miel y palabras será rica y abundante. Ya lo veréis.
Nota no tan al margen: Ya puestos, cómo no recomendaros igualmente “El espíritu de la Ilustración” e “Insumisos” que leí y he vuelto a releer y subrayar. Tzvetan Todorov nació en Sofía (Bulgaria) en 1939, lingüista, filósofo, historiador, crítico y teórico literario de expresión y nacionalidad francesa, premio Príncipe de Asturias, y ha muerto el 7 de febrero de 2017.

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