jueves, 9 de febrero de 2017

¿SOLO PARODIA Y JUEGO?


Eso que tenemos a la vista no está bien. Lo ve el más lerdo y el más egoísta por muy neoliberal que alardee ser y parecer. Porque aquí de lo que estamos hablando es de esa desigualdad hiriente e insana por hiriente. Eso es lo que grita la imagen captada de la realidad más actual y acuciante… Porque a medida de que la crisis se queda entre nosotros a vivir por los años de los años, crece más la fractura entre los ricos y los pobres, entre los que lo tienen todo y algo más y los que no tienen donde caerse muertos. Los últimos datos nos hablan de España y cómo en estos años malditos los ricos han aumentado su patrimonio. Y no harían falta palabras, con una imagen tan potente, pero sí, porque la palabra sigue alumbrando, alargando el relato, profundizando, yendo al origen de las causas y las cosas, dando más sentido a la imagen, mayor intensidad si cabe y más colorido, tocando más fibras y abriendo mucho más el abanico de las sensaciones, las emociones y las ideas.
Sí, ya sé que es una parodia, un juego, porque se trata de un mismo personaje que ha jugado a ser dos cosas antagónicas a la vez. Rico y pobre. Pulido y andrajoso. Pero, en este caso, parodia y juego son pertinentes porque hacen dar vueltas a nuestras cabezas a lo mejor que les queda todavía: la capacidad de pensar, de ir más allá, de querer arreglar las cosas de aquí abajo, que son las que de verdad importan y aportar ese grano de arena que hace montón y playa.
Una imagen tan elocuente que dice más que mil discursos vanos y mil palabras redichas cuando estas solo son chillidos de cacatúas parlanchinas. Y dice más cuanto más tiempo queda en la retina y se queda largo rato haciendo compañía sosegada o inquietante.
Pero quizá lo más importante, aun sin pretenderlo, es que el individuo ha conseguido el milagro de hacer que la pierna derecha, pobre y andrajosa, aspire sin odio, a ser un día como la pierna izquierda y que esta tenga siempre en cuenta a su compañera y hermana y la trate como es propio y humano.
La imagen en cuestión hiere no tanto porque una sea la pierna de un rico y la otra de un pordiosero, sino por su desigualdad, que como escribía el historiador y escritor británico, Tony Judt, se corresponde con problemas patológicos. Y porque es un problema patológico urge ponerle remedio. Urge poner remedio a la desigualdad hiriente de esas piernas.

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