jueves, 23 de febrero de 2017

CUANDO MAMÁ CONDUCE LA BARCA



- No te preocupes, niña, la barca está en buenas manos, no te fíes de cuanto te hayan dicho, y ya se sabe que cuando se repite mucho la misma idea se va grabando tanto en el fondo que pudiera parecer que se mezcla en el ADN para creer que por mucho que hagamos y nos movamos hacemos y nos movemos cual marionetas domesticadas. Tienes derecho a buscar la huella de tu padre, añorar su presencia y recordar con alegría por la seguridad que te daba cuando os llevaba en el coche, mamá a su lado y tú detrás sin preocuparte lo más mínimo sobre la correcta o incorrecta conducción. Iba papá al volante y aquello nunca podía fallar, exactamente como ahora cuando es mamá la que lleva los remos, quizá por las lecciones que le diera su marido, tu papá, quizá siguiendo las pautas que aprendiera en un provechoso curso en el Club Náutico, tal vez porque la sombra de papá sigue siempre a vuestro lado y en este caso os está enviando energía positiva desde donde quiera que se encuentre, de tal forma que se está a gusto a su lado invisible, pero tan cercano como si en realidad remara él también. Pareciera que le estás sintiendo cerca, como si estuviera remando entre las aguas por debajo de la barca. Y no es verdad, o ¿quién sabe? En la ilustración es posible. Y aunque miras a la lejanía, bien agarrada a tu oso de peluche, temiendo que al no estar papá pudiera suceder algo no deseado, un accidente, por ejemplo, que la barca pudiera hundirse y hasta poner en peligro la vida de mamá y la tuya, pero no temas ¿no ves con qué seguridad y entereza va remando mamá, la mirada fija en la meta, el ritmo sostenido, ligero, casi veloz, y una confianza plena en lo que lleva entre manos?
Cambia tu mirada, mira de frente como lo hace mamá y de vez en cuando acércate, abrázate a su cintura, dale ánimos y dile que es la mejor remera del mundo. Lo agradecerá y en cuanto lleguéis a la orilla te comprará ese helado de chocolate que te vuelve loca, porque no has tenido nada de miedo y te has fiado de ella. La mejor mamá del mundo.
Y como ya has aprendido la lección, que en silencio te ha dado tu mamá, comienza ya mismo a jugar con los juguetes de tus hermanos y sabrás lo que de verdad es bueno, tanto-tanto como tus muñecas y tus osos de peluche. Todo te pertenece, exactamente igual que a ellos.
Feliz viaje, amiguita, que lo será si te conviertes, como mamá, en una de las mejores remeras del mundo.

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