jueves, 5 de enero de 2017

SI LOS LÍDERES NO DAN LA TALLA


Cuando los líderes políticos no dan la talla, su adocenamiento repercute gravemente en los ciudadanos, consiguiendo una sociedad adocenada, indiferente, con pérdidas de valores fundamentales y no sabiendo si el norte es el norte o más bien el sur, porque le sucede lo que a la paloma de Alberti que le falló el instinto y cuando eso le pasa a un animal es como si a los humanos nos fallaran todos los sentidos, más el sentido común y principalmente la razón..., lo que nos haría danzar por el mundo totalmente perdidos sin brújula y cayendo en una espiral endiablada.
Alguien, en una tertulia acalorada, como todas las que giran sobre política, manifestó algo que suele ser frecuente: “No entiendo cómo siguen votando a los mismos en Ayuntamientos en donde tanto la corrupción como el despilfarro han sido descomunales”. “Pues bien claro, porque piensan: Virgencita, que me quede como estoy”, fue la respuesta. Que puede ser cierto, pero da pena, ¿verdad?, mucha pena, porque demuestra lo que con cierta timidez iniciaba en estas reflexiones.
Pienso que sería pertinente profundizar en ello con alguna variante: ¿Son los políticos los que nos hacen a su imagen y semejanza o somos nosotros lo que los hacemos como nosotros en el fondo somos, y aquí no se salva ni Dios, todos patinando y conviviendo en el mismo lodazal? Tengo la pregunta, pero me falta la respuesta.
Y otra observación inquietante: En cualquier grupo humano se dan ejemplos de extraordinaria brillantez en el terreno profesional y social, excepto en la política actual española (no hablemos de Trump que se ha salido del mapa de lo absurdo, él y los que le han votado) en donde brillan con luz opaca los Rajoy y toda su camarilla, los Sánchez y los suyos en pelea sin cuartel con la Gestora y los barones dando alas a la presidenta de Andalucía, los Iglesias y Monedero que se parecen ya tanto a la vieja guardia, los Ribera que nadie sabe para quién vendimian, por no hablar de los Bárcena, Rato, Pujol, los responsables de los ERES, y no digamos de Wert y Trillo, que por su actuación nefasta se les premió con puestos de oro, (pero aquí no ha pasado nada, porque ante lo cual, primera escena: el Sr. Rajoy, dice que lo de Trillo “ya está sustanciado judicialmente y ello ocurrió hace muchísimos años”, ¡qué poca vergüenza, santo cielo! Segunda escena: “Se renovará la embajada de Londres, pero no como castigo a Trillo”, dicen en Exteriores, puro teatro y pelillos a la mar, etc. etc. etc.) por eso, lo que muchos tenemos muy claro es que si hubiera ahora mismo elecciones no tendríamos nada claro a quién votar. Únicamente a quién no votar. Lo que ya es algo, por otra parte, y ahí estamos, por ahora. Pero votar, siempre, incluso a los perdedores, para que formen un grupo fuerte como oposición.
Y termino, ¿cómo es que habiendo tanta lumbrera, buena gente, individuos sobresalientes en todos los órdenes de la vida, como sostenía hace un momento, estos brotes verdes no se dan en la política y no crean un caldo de cultivo para que den mejores frutos en este desierto en donde apenas si crece la hierba?
Menos mal que como escribe el profesor de Filosofía Política, Daniel Innerarity, “la democracia únicamente sobrevive si la propia inteligencia del sistema compensa la mediocridad de los actores”. Menos mal.

Nota no tan al margen:
1.- Voy a mojarme. Siempre hay honrosas excepciones, por fortuna: esta misma mañana he escuchado en la radio a la Alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, y es una delicia prestar atención a su discurso, lúcido, sereno, afectuoso con su equipo de gobierno, respetuoso hacia sus adversarios y hasta su máxima adversaria, que tiene valor, tolerante siempre. “Gestora de personas”, como ella dice y un nuevo estilo de gobernar. Toda una señora, además de magnífica alcaldesa.

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