jueves, 29 de septiembre de 2016

HAY DÍAS EN QUE SE AGOLPAN LAS SOMBRAS



No haría falta ser un gran escritor para sacar de esa foto de Cristina García Rodero una buena historia, pero si lo es, seguro que le saldría una novela magnífica. Hay hondura, hay desgarro, hay soledad a mares, se palpa la tragedia. Va de luto riguroso: ¿a causa de los padres, el marido, algún hijo, de la misma vida que le ha caído de golpe a golpe? Pero hay que hacer stop, pararse, detenerse largo rato, no nos sirve la rapidez ni la palabra escueta. Hay que estar atentos a lo que el sabio Emilio Lledó nos ha dicho: «Si vivimos solo de los mensajes cortos, se nos acaba el pensamiento», y si vamos por la vida a toda pastilla corremos el riesgo de no enterarnos de casi nada o de pegárnosla.
Y aquí hay una gran historia, con peso específico, con personajes de carne y hueso, con emociones hondas, con señales claras de haber vivido al borde y sufrido mucho, con parones en donde el silencio se corta y el pensamiento vuela lejos.
No estamos ante una foto muy antigua, por los años de la fotógrafa no va más allá de los setenta del siglo pasado, quiere decir que se toca con la mano. Y a pesar de ello la mirada de esa mujer parece que nos mira desde el otro lado de la historia y del mundo.
Hoy tiene mal día, como tantos otros, porque se le han acumulado de repente los recuerdos de su padre represaliado y todavía no lo han encontrado, “un hombre bueno, callado y trabajador”, tendría que decir de él, de su marido muerto en accidente laboral hace dos años, cinco meses y once días, más lo que le cuesta llegar a fin de mes con tres hijos a los que alimentar y los cuidados de su madre con Alzheimer. Mal día, porque estaba cansada de darle a la máquina y se le han venido de golpe todas esas largas sombras que ha tenido que soportar y muchos días como éste se le cierran todos los caminos y se le apagan casi todas las luces y la mirada se pierde mirando al vacío y podría preguntarse: “¿merece la pena seguir viviendo?”.
Menos mal -siempre hay algún destello luminoso- que vendrán los chicos con un hambre de perros hambrientos y verlos comer y oírlos hablar a la vez y reírse sin ton ni son le devolverán algunos momentos del humilde oasis que le ha tocado en suerte y no desfallecer ni tirarlo todo por la borda. Menos mal. Eso y pocas cosas más le dan la fuerza suficiente para levantarse todos los días, arremangarse y tirar con la vida a derecho. Diríase que en la tarta de la vida no ha tenido mucha suerte y le han tocado nada más que las migajas y hay días en que se le agolpan las sombras y le roban la escasa luz que entra por su minúscula ventana.

Nota no tan al margen:
Hay días, como estos que está viviendo y sufriendo el PSOE, en los que se agolpan las sombras: Tristes, tristes; negras, negras.

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