miércoles, 24 de agosto de 2016

CUANDO UN LIBRO NO TE ENGANCHA, O SÍ


Sucede que comienzas un libro y llevas unas cuantas páginas leídas y no tira de ti, te aburre, no entras en él y lo dejas, y te da rabia que en la solapa digan cosas excelsas: “el libro del año”, algunos llegan más lejos, de la década o de los últimos tiempos, los críticos de turno que se las saben todas lanzan hipérboles al por mayor y algunos rotativos de largo alcance se salen de madre promocionándolo. Y lo dejas. No pasa nada, hay muchos a la espera. Y sucede otras veces que te esfuerzas y saltas por encima del desaliento hasta que se endereza la lectura y vas descubriendo originalidad, fuerza expresiva, personajes de cuerpo entero, frases para degustar y hasta subrayar. Te integras de alguna forma en su mundo, penetras en sus entresijos, rodeas sus meandros, extraes los mejor del libro, alargas sus historias y agradeces la paciencia porque ha permitido encontrar algo que merecía la pena.
Me dejó mi amiga Gloria Rivas, hace unos días, el libro de Sue Hubbell, “Un año en los bosques”, que se lo habían recomendado, pero que se le había indigestado un pelín, como me pasaría a mí en muchos momentos, un tanto harto de tanta abeja, cucarachas, ácaros, arañas, tarántulas, murciélagos, coyotes, serpientes, etc. etc. etc., pero resistes hasta encontrar su estado de gracia, que lo tiene, y por ejemplo agradeces el ejemplar cambio de vida de la protagonista y escritora: harta de la sociedad de consumo abandona la universidad y su puesto de bibliotecaria y elige una vida rural, más rica, más plena y más acorde con sus deseos y su personalidad. Es acertado esta vez lo que se dice en la contraportada, al menos a mi gusto: “Es la historia de una verdadera revolución vital: la búsqueda de una nueva existencia en la que es la propia naturaleza quien le ofrece el conocimiento para decidir quién es ella misma”: Sue Hubbell. Te hace pensar, aunque te ponga en los mismos límites del vértigo y un poco más allá dándote algunas cifras: los dos millones de años del ser humano en la tierra, los cien millones de las abejas y los doscientos cincuenta de las cucarachas -ochocientas especies distintas, sí, sí, 800-; conocer cómo fue Aristóteles el primero en percatarse de que en cada colmena existe una abeja diferente a las demás, aunque se equivocó pensando que era un rey en lugar de una reina como era y sigue siendo; que ésta, como especialista que es, sólo sabe poner huevos, nada más, y que son las obreras, a modo de sirvientas, las que le dan de comer y cuidan de ella; y no digamos las muy interesantes reflexiones al final de algunos capítulos, como ésta en referencia a las cucarachas: “No hay necesidad de hostigarlas, como haría una abeja, de aplastarlas, como haría un ama de casa. Lo que hago en cambio es acuclillarme a su lado para verlas de cerca, escudriñándolas detenidamente. A fin de cuentas, tener en mi cabaña a un visitante nocturno, en cuya estructura la evolución apenas ha metido mano de: de los días del Carbonífero Superior, me sorprende y me parece –a mí, ser vivo representante de un experimento incierto y presuntuoso- un acontecimiento harto instructivo”.
Y este comentario que nos habla del clima que ha sabido recrear en su entorno:
“De vuelta a la cabaña nos servimos una copa de jerez... brindamos por la primavera. Los rayos de sol bajos teñían de dorado los campos verdeantes. La brisa estaba impregnada con el aroma de las flores de ciruelo y las violetas. Hay no se hablaba de facturas. Nos sentamos en silencio, pegando sorbitos al jerez y observando los capullos crecer en los bosques al oeste, hasta que el sol se puso tras ellos”.
Conclusiones a las que podemos llegar, así, a bote pronto:
Puede que un libro no te enganche y por mucho que te empeñes no te seduzca. Déjalo.
Puede que se te atraganten las primeras páginas, pero con un poco de paciencia y esfuerzo sigues adelante y te topas con un libro que te apasiona.
Sucede que desde el primer momento te interesa y desearías que no terminara tan pronto a pesar de su voluminosidad.
Éste en cuestión, me costó a ratos, pero resistí y me ha parecido al final la mar de interesante, delicioso y altamente recomendable.

1 comentario:

Carmen Cubillo dijo...

Tus reflexiones, me han hecho recordar de alguno de esos libros que tanto me costó terminar.