viernes, 27 de mayo de 2016

RODEADOS DE ERIZOS Y DE RUIDO




“Estamos rodeados de erizos y de ruido”. He tomado esta frase doble de un artículo de Jose Ignacio Torreblanca y unas declaraciones de Iciar Bollaín en una entrevista de Juan Cruz. Me parece que merecería la pena pararse, tomar aliento y ponerse a caminar pensando por propia cuenta y riesgo.
Es cierto, estamos rodeados de erizos y de ruido: el erizo está, cuando está, con las púas bien dispuestas a enfrentarse al enemigo desde su mudez y encogimiento. Ya puedes decir misa o plantear alguna cuestión para poder entablar un diálogo enriquecedor, te doy, me das, cedes un poco y yo hago lo mismo, pero no suele suceder y pasa que tú expones tus verdades, opiniones y puntos de vista como si de dogmas de fe se tratara y yo hago exactamente igual, aunque bien es verdad que la ciudadanía no es tan crispada como lo son, en general, los políticos de turno, que están permanentemente en campaña y contra quienes no son de los suyos, (las “esteladas” de la Delegada de Gobierno montaron un ruido mucho mayor que, una vez permitidas por el juez, lo que se temía por parte de los ciudadanos, y nadie se fijó en ellas porque lo importante era ver el partido de fútbol de la Copa del Rey, y quien dice esteladas, dice Venezuela) y algunos tertulianos que persiguen con saña a líderes políticos, sacando de la manga y sus bolsillos, nada inocentes, multitud de fotocopias cada semana probando lo que quieren probar. Pareciera que lo que más les importara es hacer ruido y sacar a la palestra sus verdades absolutas como escarpias de erizos amurallados y púas violentas sin llegar a entender que la verdad como la realidad es muy compleja y tiene mil colores diferentes y mil matices bien distintos. Pareciera que cada cual sacara su erizo particular a pasear, gritar, exponer con excesiva vehemencia y hacer ruido por el ruido en sí, de forma que el diálogo no prospera por más que se pongan en la frente el apellido de demócratas de toda la vida y un poco más.
Y sí, como escribe Torreblanca: “dialogar con un erizo es imposible, se siente cuestionado, si le pides que argumente, se enrosca; si le enseñas un dato, te lanza una púa”, y por mucho que griten, suelten eslóganes que nada dicen de tanto manoseados y repetidos, incapaces de hacer una elemental autocrítica tras los últimos fracasos de unos y de otros, vuelven a las andadas, y así hasta el infinito, sin darse cuenta, sin darnos cuenta, de que hay que cambiar el rumbo. Todos se lanzan a la yugular, todos son los mejores y más eficientes y eficaces del mundo mundial mientras la población va perdiendo fuelle y ganas de participar en verdaderos espacios democráticos sensibles a toda corrupción y a favor del compromiso de mucha mayor transparencia y de que las cosas cambien a mejor. Pero hay que seguir, y seguir indignados, que le viene bien a la conciencia y dispuestos una vez más a votar comprometidos con la democracia. Ya sabes que no tenemos otra cosa mejor de organizar esto.
Sí, “los erizos están en campaña. A ambos lados del espectro político. ¿Cómo se distinguen? Por sus gritos. Por sus miedos. Por su respuesta, que siempre es la misma: protegerse. ¿Han oído alguna vez a un erizo: pensar?”. No, ¿verdad? ¿Habéis oído algo decente y melodioso en el corazón del ruido? ¿Habéis podido contemplar la armonía de lo hermoso y la grandeza de la verdad en medio del miedo y del enfrentamiento más feroz de los erizos? Claro que no.

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