viernes, 8 de enero de 2016

SI TE ABRAZO, SI ME ABRAZAS




No me busques en el golpe airado al rostro
y, tras la caída,
tampoco en la patada a cualquier parte del cuerpo
hasta dejarlo malherido.

No me busques en la distancia
o en el duro enfrentamiento,
ni en el lenguaje de la discordia y del rechazo.
Búscame en la cercanía cálida
de dos cuerpos que tienen hambre de piel
y de hermanamiento,
desde el lenguaje más profundo y verdadero:
el gesto henchido de silencio
y transformado
en casa,
hoguera,
cobijo
y emociones.
Ya sabes que el abrazo
no es posible
darlo sin recibirlo,
ni recibirlo sin darlo:
se rompería la baraja del juego de la amistad y el afecto.
Te doy, me das,
nos damos, nos abrazamos
y en todo abrazo las señas de identidad
y el leve aleteo erótico
que enciende las hogueras de la sangre de dos cuerpos entre-gados.
¡No lo olvides nunca!:
Sólo es posible el abrazo
entre espíritus libres, fuertes, puros y sin prejuicios.
Si te abrazo te levanto;
si me abrazas me salvas
de la monotonía gris del desamparo que paraliza,
si te abrazo te regalo lo mejor de mi hondura,
lo más sabroso de mi pasión;
si me abrazas nacen flores en mi huerto en primavera;
si te abrazo florecen emociones cálidas
en tus inviernos solitarios;
si me abrazas, si te abrazo
el verano nos acoge con los mejores frutos;
si te abrazo, si me abrazas
regalamos más color a los chopos en otoño.
No, no me busques al lado del frío,
búscame, mejor, al lado de la ternura.

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