martes, 22 de diciembre de 2015

BÚSCATE OTRA ESTACIÓN II




Otro tren, y éste no llegará a ninguna parte, así que será vana la espera, demasiada hierba sobre los raíles, excesivo abandono en la casa y sus alrededores y un cielo con negros nubarrones poniendo la música de fondo a la desesperanza y la tristeza.
Cuando esto sucede solo se me ocurre dar la vuelta a la tortilla y ver la dulce cara de los recuerdos más hermosos, cuando esta estación bullía de gente que iba y venía y el ambiente estaba plagado de abrazos, besos, lágrimas de despedida y risas y emociones de bienvenida y nuevos encuentros.
Y ganas de decirle al viajero solitario: no desmayes, búscate otra estación y otros trenes sin preguntar a dónde van porque lo importante es que subas y des comienzo a un nuevo viaje sin preocuparte siquiera de la llegada. Ya lo decía Lao-Tsé : Un buen viajero no tiene planes fijos ni la intención de llegar.
Cómo no acudir al poema clásico y el mejor para esta y tantas otras ocasiones. Como es impecable y excepcional te ofrezco una parte esencial de él:


Pide que el camino sea largo.
Que muchas sean las mañanas de verano
en que llegues -¡con qué placer y alegría!-
a puertos nunca vistos antes.
Detente en los emporios de Fenicia
y hazte con hermosas mercancías,
nácar y coral, ámbar y ébano
y toda suerte de perfumes sensuales,
cuantos más abundantes perfumes sensuales puedas.
Ve a muchas ciudades egipcias
a aprender, a aprender de sus sabios.
Mas no apresures nunca el viaje.
Mejor que dure muchos años
y atracar, viejo ya, en la isla,
enriquecido de cuanto ganaste en el camino...”

Y hacerlo como si fuera el primer viaje que haces en tu vida o como si del último se tratara. Pero te deseo que sea lo más largo posible, que amanezcas muchas días frente al mar o las más altas montañas o el valle más sereno y ciudades y puertos nunca vistos. Aprende de los sabios, de cuanto bueno encuentres por el camino, de la belleza de los más recónditos rincones y que cuando llegues a la meta estés satisfecho de las riquezas interiores que te regaló el viaje.
Sí, búscate otra estación. Y aunque suene a mandato no es más que un recurso literario, porque tanto si escribo en primera, en segunda o en tercera persona, en indicativo o imperativo, siempre soy yo el primer interlocutor a quien van dirigidas mis diatribas, mis sugerencias y mis propuestas. Sin olvidar que no podemos permitirnos, cuando hemos cumplido años, dejar pasar más trenes.
El próximo año puede ser buen comienzo. Buen viaje, mis buenos amigos, mis queridísimas amigas.

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