Se masca la tristeza y la soledad, nadie sabe ni lo que hubo antes, ni
lo que vendrá después, ni ella misma acaso, pero llegará el tren que
espera, y el viaje, no importa la meta, ni el final, está a punto de
comenzar y estamos ante la antesala de una aventura -¿no es toda vida
una aventura?- que quién sabe lo que encerrará de bueno, novedoso y
hasta de esplendor frente a una vida anodina a punto de desfallecer y no
dar por ella ni un solo céntimo.
Está sola, como la mujer con alcuza de Dámaso Alonso, uno de los poemas más hermosos y desoladores de la poesía española:
“Y esta mujer se ha despertado en la noche, / y estaba sola, / y ha mirado a su alrededor, / y estaba sola, / y ha comenzado a correr por los pasillos del tren, / de un vagón a otro, / y estaba sola...” Sola, sola, sola. “Y ha preguntado en la oscuridad, / y estaba sola, / y ha preguntado / quién conducía, / quién movía aquel horrible tren...”.
Pero no sigamos porque no tiene por qué ser ni ser la protagonista del poema del gran poeta y filólogo de la Generación del 27 ni sufrir la misma mala suerte.
Es joven, tiene una vida larga por delante y a buen seguro ahíta de placeres, amores, compromisos, cambios de fortuna, una familia con un buen marido y hermosos e inteligentes hijos, ¿por qué no? Con un buen paraguas que le cobija y una maleta bien amueblada y un bolso coqueto de compañía tiene todo a su favor, si el temple de una mujer de rompe y rasga ¡hay tantas! guía todos sus pasos y le acompaña siempre. El 90% está en su mano, el otro 10 recae en la suerte y poco más. De entrada no “va curvada como un signo de interrogación, / con la espina dorsal arqueada / sobre el suelo”, que diría el poeta. La veo ya levantada y bien asida a sus maletas en cuanto divise el tren para empezar a comerse el mundo. ¿Quién dijo que no?
Lo mejor que podemos decirle y desearle es: ¡Buen viaje, hermana, guapa moza, señora, ahí tienes una nueva vida a la vista, aprovéchala a tope! Extensible a todos los jóvenes -78.785 el pasado año, entre 24 y 44 años- los más preparados de la historia, que han salido por la puerta de atrás con la mochila al hombro y una maleta de la mano buscando otros horizontes. Aquí, en su tierra, no encuentran trabajo.
Está sola, como la mujer con alcuza de Dámaso Alonso, uno de los poemas más hermosos y desoladores de la poesía española:
“Y esta mujer se ha despertado en la noche, / y estaba sola, / y ha mirado a su alrededor, / y estaba sola, / y ha comenzado a correr por los pasillos del tren, / de un vagón a otro, / y estaba sola...” Sola, sola, sola. “Y ha preguntado en la oscuridad, / y estaba sola, / y ha preguntado / quién conducía, / quién movía aquel horrible tren...”.
Pero no sigamos porque no tiene por qué ser ni ser la protagonista del poema del gran poeta y filólogo de la Generación del 27 ni sufrir la misma mala suerte.
Es joven, tiene una vida larga por delante y a buen seguro ahíta de placeres, amores, compromisos, cambios de fortuna, una familia con un buen marido y hermosos e inteligentes hijos, ¿por qué no? Con un buen paraguas que le cobija y una maleta bien amueblada y un bolso coqueto de compañía tiene todo a su favor, si el temple de una mujer de rompe y rasga ¡hay tantas! guía todos sus pasos y le acompaña siempre. El 90% está en su mano, el otro 10 recae en la suerte y poco más. De entrada no “va curvada como un signo de interrogación, / con la espina dorsal arqueada / sobre el suelo”, que diría el poeta. La veo ya levantada y bien asida a sus maletas en cuanto divise el tren para empezar a comerse el mundo. ¿Quién dijo que no?
Lo mejor que podemos decirle y desearle es: ¡Buen viaje, hermana, guapa moza, señora, ahí tienes una nueva vida a la vista, aprovéchala a tope! Extensible a todos los jóvenes -78.785 el pasado año, entre 24 y 44 años- los más preparados de la historia, que han salido por la puerta de atrás con la mochila al hombro y una maleta de la mano buscando otros horizontes. Aquí, en su tierra, no encuentran trabajo.
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