domingo, 13 de diciembre de 2015

ALGUIEN DICE TU NOMBRE de Luis García Montero



Así comienza la estupenda novela de Luis García Montero situada en la Granada del verano de 1963:
“El calendario del bar está detenido en el tiempo y en el espacio. Nada cambia, nadie puede escaparse de aquí, marca el diecinueve de abril. No han pasado por él ni los últimos once días de abril, ni mayo, ni junio. Como luego me señaló Vicente Fernández, tampoco han pasado los últimos doscientos cincuenta y seis días de mil novecientos sesenta, ni mil novecientos sesenta y uno, ni mil novecientos sesenta y dos, ni los primeros ciento ochenta y un días de mil novecientos sesenta y tres”.
Y no sé por qué, o sí, se me asemeja al inicio igualmente de La Regenta de Alas Clarín:
“La heroica ciudad dormía la siesta. El viento Sur, caliente y perezoso, empujaba las nubes blanquecinas que se rasgaban al correr hacia el Norte. En las calles no había más ruido que el rumor estridente de los remolinos de polvo, trapos, pajas y papeles que iban de arroyo en arroyo, de acera en acera, de esquina en esquina revolando y persiguiéndose, como mariposas que se buscan y huyen y que el aire envuelve en sus pliegues invisibles”.
Ambas, Granada y Oviedo, dos ciudades de provincias en las que se ha parado el tiempo, aunque tan dispares la una de la otra, nada que ver, aunque sí en lo de alta literatura y en las que suceden y se viven con pasión incandescente los avatares de la vida.
En la reciente novela del poeta Luis García Montero asistimos al despertar de León Egea, un joven universitario, que deberá aprender a poner nombre a las cosas: en su iniciación al trabajo en la editorial Universo, al amor, el nombre será Consuelo, la secretaria de la editorial, de la que se enamora perdidamente, no importándole que le supere en años, 17 exactamente, y al compromiso político en grupo de resistencia a la dictadura franquista.
La memoria, la imaginación -aprender a escribir es aprender a mirar y escribir con imaginación- serán algunos de los consejos del profesor de Literatura del protagonista. La novela es precisamente el diario de León Egea, el protagonista que pretende ser escritor, y dado que la sombra alargada pertenece al autor, el diario-novela está maravillosamente bien escrito, sobra decir que Luis García Montero está considerado como uno de los poetas actuales más importantes. Se disfruta con la novela, el estilo marcadamente poético en muchas ocasiones, las prosa limpia, ágil y reflexiva, usando tres adjetivos como se nos recuerda en la novela varias veces, que así lo hacía Valle Inclán y con tanto acierto y un retrato modélico de unos personajes de carne y hueso, perfectamente situados en la época, con sus debilidades, sus pasiones, sus sueños y su compromiso político en la clandestinidad.
Javier Goñi, crítico literario, escribió en su día:
Altamente recomendable.
“Todo contado con gran habilidad, yendo de un plano a otro con tanta pericia que, de pronto, el lector que creía estar en una novela se encuentra, para su sorpresa, que está en otra muy diferente, y lo que en una, en la primera, parecía una cosa, resulta ser otra, otra cosa más, y todo casa, tesela a tesela. El mosaico adquiere así otra apariencia, otro sentido. Y el lector, cómodo, asume la perplejidad del protagonista, aprendiz de hombre, que se va enredando en la maraña y acaba por encontrar su propio camino entre la maleza, y disfrutar de ambos lados del espejo, de las dos caras”.

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