martes, 29 de septiembre de 2015

TRENZA TU TRISTEZA, NIÑA




Relata la escritora mexicana, Paola Klug, una bella historia que le contaba su abuela sobre la tristeza que se me antoja hermosa e interesante.
Le decía su abuela que cuando una mujer se sintiera triste lo mejor que debía hacer era trenzarse el cabello y así el dolor quedaría entre los cabellos sin que trascendiera al resto del cuerpo, porque si se metía en los ojos estos no harían otra cosa que llorar, si se acercaba a los labios estos hablarían cosas poco ciertas e incorrectas, de llegar a las manos entorpecerían tareas necesarias en aquel momento, etc. etc. Conclusión: cuando te sientas triste, trénzate el cabello, atrapa el dolor y déjalo escapar cuando el viento sople con fuerza.

“Trenza tu tristeza, niña, trenza tu tristeza.
Y mañana cuando despiertes con el canto del gorrión la encontrarás pálida y desvanecida entre el telar de tu cabello”.
No sé si nuestras abuelas cuando estaban tristes trenzaban sus cabellos para alejar el dolor y la melancolía, desde luego no solía tratarlas la vida con mucha delicadeza y generosidad, lo que sí sé es que muchas eran expertas en trenzarse el cabello con parsimonia, delicadeza y la entrega más plena, de forma que cuando terminaban haciéndose el moño, parecían las reinas del lugar y llenaban la estancia con un rostro que irradiaba placidez. Ya podían recibir a la gente, salir a la calle, sentirse a gusto consigo mismas porque las cosas de la casa funcionaban correctamente. Y cuando hablaban se hacía un silencio, en general, muy respetuoso, tanto de los de casa como de los extraños.
Hablaban poco, pero cuando decían: trenza tu tristeza niña, trenza tu tristeza, sabías que la niña había entendido la lección y que tú podías hacer algo similar con tus malos rollos.
Al día siguiente, cuando despertabas con el canto del gallo del corral, la tristeza y los malos rollos se habían desvanecido.

No hay comentarios: