viernes, 26 de junio de 2015

LOS AMIGOS DE MIS AMIGOS...


No es verdad que los amigos de mis amigos sean amigos míos. No, y no puede serlo, porque llegaríamos al infinito y todo el mundo sabe que amigos-amigos se cuentan con los dedos de una mano, y lo digo yo que tengo la suerte de tener bastantes.
Suele suceder con harta frecuencia que muchos amigos de tus mejores amigos te resultan insoportables, ni siquiera te imaginas cómo pueden ser sus amigos cuando tú no ves nada en ellos, o apenas nada, para poderte entender, como uno se entiende de verdad con un buen amigo, con una gran amiga, y te parece mentira cómo pueden ser amigos de ellos cuando no encuentras ningún motivo con peso para que pudieran estar en tu círculo estrecho.
Darías la vida por tus amigos, naturalmente, y eres incapaz de tomarte unas cervezas con los otros o porque no los soportas o porque aun siendo extraordinarios para tus amigos, y no niegas que lo sean, a ti no te hacen ninguna gracia y hasta no entiendes que puedan ser amigos de ellos. Tiene gracia, tiene misterio, tiene un algo que no se acaba de entender. ¿Será que tenemos múltiples personalidades? Yo lo observo en mí mismo y teniendo la suerte de tener varios grupos de amigos advierto que con cada uno tengo una personalidad diferente y ellos no me ven exactamente igual, sino muy diferente en muchísimos aspectos de mi personalidad.
Es curioso cómo lo que les encanta a ellos a ti no te hace ninguna gracia, la originalidad que ellos ven tú no la ves ni por asomo, donde ven ellos autoestima ganada a pulso tú ves sólo prepotencia, vanidad de vanidades y un excesivo yo, mí, me conmigo, donde a ellos no les molesta su falta de generosidad, o no la ven, tú descubres con rapidez su tacañería, donde, aparte de virtudes y luces y sombras, ellos están a gusto con sus amigos tú, ni a la de tres, estarías una tarde para pasar con un mínimo de encantamiento y buen rollo, que eso es una tarde amiga, y temes que sería de pesadez, sosera y aburrimiento, y lo tremendo del asunto es que no sabes el porqué del asunto éste, pero para ti es así, sin más y sin necesidad de comerte más el coco. Lo admites y no admites que los amigos de tus amigos sean, sin más, amigos tuyos.
Los directores de cine José Luis Sáenz Heredia y Luis Buñuel fueron grandes amigos a pesar de ideologías tan dispares, el primero muy comprometido con el régimen franquista y el segundo ácrata y fiel a la Segunda República, lo mismo que Enrique Jardiel Poncela y Fernando Fernán Gómez. Al final de sus días en los que Poncela tuvo serias estrecheces económicas sobrevivió gracias a la ayuda anónima de Fernán Gómez, pues bien, en ambos casos, nadie imagina que los amigos de los primeros fueran a su vez amigos de de los segundos y viceversa. Imposible. La amistad la salvaba una química especial entre ambos que no suele repetirse.
Lo dejó clavado el sabio Montaigne, y por eso, creo yo, se hace imposible una multiplicación que se me antoja fuera de los límites humanos:
"En la amistad de que yo hablo, las almas se mezclan y confunden entre sí con una mixtura tan completa, que borran y no vuelven a encontrar ya la costura que las ha unido. Si me instan a decir por qué le quería, siento que no puede expresarse más que respondiendo: porque era él, porque era yo".
Así es.

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