DE ESPERANZA AGUIRRE A MANUELA CARMENA

La semana pasada escribía un artículo titulado: Renovando amores, y comenzaba diciendo que enamoradizo como soy, necesito renovarme.
La seguí en sus último años leyendo sus libros y no perdiéndome sus entrevistas en los medios, me refiero a Rita Levi, premio Nobel de Medicina, y me parecía adorable. Recientemente Madeline Scotto acaba de cumplir los cien años y siguen en pie dando clases con una mente y un coraje envidiables. ¿Cómo no enamorarse de estas personas que a su edad siguen rejuveneciendo el universo?
En estos días estoy siguiendo los pasos de Manuela Carmena, joven de 71 años comparada con ellas, jubilada, jurista, que ante la insistencia de quienes creen que podría desarrollar un papel fundamental en este momento político no ha sabido decirles que no y se ha lanzado al ruedo del compromiso, dejando atrás la placidez de una edad dorada y el aire del feliz descanso. Cómo no querer y un poco adorar a esta mujer que, cuando se enfada, dicen los que la conocen, se serena y derrota con la mirada. Entrañable y lúcida, activa y beligerante con las libertades y los derechos de los más humildes, siempre señora. Su energía, siguen diciendo algunos, produce empatía, “un fuego tranquilo” y cree que el pesimismo es reaccionario, que aplicó en medio de los asesinatos de Atocha y sigue creyendo ahora mismo en la posible reinserción de Esperanza Aguirre, que ya es creer, quien la ha encumbrado más en la campaña electoral. ¡Es tanta la diferencia! Yo me he cansado de anotar en las Redes que es inmensa, adorable..., y hasta llegué a poner que de Aguirre a Carmena como del cero al infinito, que si me pudo parecer en algún momento que exageraba, me reafirmo en lo dicho. La lideresa es sainetera y populista del lado de la zafiedad, la astracanada y el esperpento, el cinismo, la mentira y la calumnia, de manera que cada vez que habla, porque mete sus lindas piernas en el lodazal, tiene que desdecirse, disculparse, para volver al día siguiente a una peor.
Ella saca lo peor de mí y lo siento, Carmena saca lo mejor de mí y lo celebro. Esa es la diferencia.
Intentó hundirla en la campaña y no lo logró, no por ser un muro de cemento sino por su serenidad y el esfuerzo en calmar su rabia, ¿envidia? y la mala leche a pesar de su alta alcurnia. Y el duelo que debería hacer por perder la alcaldía y no lo hace le está llevando a un delirio enfermizo preocupante, como acabo de escuchar a un médico psicoanalista. Y una mujer que propone, en solo tres días, cuatro Gobiernos distintos para el Ayuntamiento no solo delira. Es más grave.
Quise a Rita Levi, después a Madeline Scotto (como a tantas amigas que tengo la suerte de tener, mucho más jóvenes, claro, un poco mis amores) y ahora a Manuela Carmena, por su biografía intachable, su programa de transformar Madrid, por su sentido fino del humor, su capacidad de unirse a los jóvenes, haber elegido entre una jubilación regalada y satisfecha un compromiso para mejorar la cosa pública desde la decencia, la concordia, el consenso y la lucidez. “Cuando sonríe, escribe con acierto, Juan Cruz, no significa que esté feliz. Es que está mostrando su don apacible”. Adorable esta mujer, inmensa, sí, inmensa, y que será una gran alcaldesa de Madrid. Y si no al tiempo. ¡Qué diferencia con casi todo lo anterior!
Este es uno de sus tuits: “Sólo he estado fuera del sistema democrático cuando aún no lo había y estaba luchando por él. Seamos serios, por favor, Madrid lo necesita”. Y en una entrevista con Pepa Bueno la buena de la Carmena ha respondido a preguntas de una de las mejores de todas las televisiones: "Es una pataleta de niña caprichosa".
Espero y deseo y estoy seguro de que mejorará a Tierno Galván.
... Se te quiere Manuela Carmena. Te lo estás ganando a pulso. Gracias por existir, gracias por ser la Alcaldesa a Madrid. Toda mi admiración y cariño.

Nota final: Como a Esperanza Ortega, ¡qué envidia me están dando los madrileños! ¡Qué lujazo de señora para una alcaldía! ¡Y no ser de Madrid! Ah, y lástima que Ángel Gabilondo haya quedado a las puertas de la Comunidad, lástima.