domingo, 28 de diciembre de 2014

LA CAPACIDAD DE ASOMBRO



Ser así y no perder nunca la capacidad de asombro ante lo que se está viendo, ante lo que está pasando y quedar encandilados, ensimismados, es la manera de que se meta en lo más hondo de tus pozos más profundos y te haga querer bajar a la calle o ver lo que está sucediendo en cualquier parte del mundo y unirte a la marea humana que juega, vive, sueña y se abraza.
Mirar así y no pestañear para no perderse un detalle. Y reconocer que nos están dando una lección: no solo ver, ni solo mirar, ni solo contemplar, nos enseñan a clavarnos en lo que estamos viendo y solo así estas estampas de la vida, toda la vida en su esencia, nos acompañarán en nuestro camino, en nuestras soledades.
Y en el libro Aprender de los hijos, podemos leer esto tan sabroso: “Cada hijo nos trae el mismo mensaje: a partir de ahora, todo va a ser al revés: aprende el que enseña, recibe el que da, queda lleno el que se vacía y si un padre vale por cien maestros, como decía el poeta inglés, George Herbert, nosotros pensamos que la frase también se puede aplicar a los hijos”.
De las muchas enseñanzas de los niños, que nos muestra Gabriel García del Oro, en la sección de Psicología de El País, me quedo con las cuatro primeras:
- Los niños viven el momento poniendo toda su energía y corazón en lo que están haciendo.
- Preguntar aquello que no se sabe: preguntar y preguntar.
- Asombrarse de lo que nos rodea, como ese niño y su gato.
- Liberarnos de la obsesión por lo nuevo. Ver una película y volver a verla una y otra vez. Querer escuchar ese cuento que ha sido contado en cientos de ocasiones.
Y ya puestos, una lección histórica:
“Cuando Donato d’Angelo Bramante hubo terminado por fin los planos de la basílica de San Pedro, envió a su hijo de siete años para que se los entregara al papa Julio II. El Papa, satisfecho por el trabajo, puso ante el niño una caja llena de monedas de oro y dijo: “Mete la mano y toma todas las monedas que puedas”. “Creo que será mejor que usted tome las que pueda y se las dé a mi padre”, contestó el niño. “¿Por qué no crees que eres capaz de hacer esto?”. “Sí que me creo capaz, pero usted tiene las manos más grandes”.
¡Cómo me gustaría saber mirar como esos dos coleguillas de la foto!

2 comentarios:

Joaquín Benito dijo...

Nos conocimos un día -hace unos 30 años- tomando unos vinos en Salamanca con Mario. (Víctor Jara)
Yo entonces no tenía mi profesión definida.
Después me especialicé en trabajo con 3ª edad, desde la psicomotricidad.
Tengo alguno de tus libros.
Comparto tu artículo en una página que tengo sobre educación.
Me gusta. Un abrazo. Joaquín

ÁNGEL DE CASTRO GUTIÉRREZ dijo...

Gracias, Joaquín, por recordarlo y por seguir ahí,un abrazo.