Esta primera foto hace referencia a los días de vino y rosas y ya le dediqué mi breve artículo. Resumo: se le ve al jefe contando milongas o chistes gallegos, ya lo dijimos, del sí o del no o del todo lo contrario y si subimos o bajamos o quién sabe, pero el caso es que tiene ¿por el mero y simple hecho de ser jefe? a la simpar Soraya de Santamaría, ¿lista? para todo, hipnotizada, seducida y absorta, cual la niña famosa de los chuches, sin perderse una coma del hábil y ¿seductor? don Mariano Rajoy Brey.
Abajo, la mirada al infinito de Soraya es todo un poema y no tiene
desperdicio: sin risa ni aire petulante ni tono despreciativo al
adversario al que nos tiene acostumbrados. Todo menos interesada lo más
mínimo por el señor que tiene al lado. Y Rajoy cogiéndose la cabeza con
la mano derecha ¿con cuál iba a ser? para no rodar por los suelos y que
los golfillos del barrio puedan jugar con ella creyendo que es ya una
pelota inservible y diciéndose: ¿qué demonios hace un notario como yo en
un sitio como éste en el que nunca debió estar? ¿Mi credibilidad está
por los suelos y seguirá bajando de forma imparable como dicen? ¿Les
tendré que decir que la crisis es ya historia, aunque yo no me lo crea
en absoluto y me tenga que desdecir a toda prisa porque ya no cuela?
Pero bueno, ahora lo que más importa es comparar la foto de arriba con
la de abajo y tratar de vislumbrar el futuro.
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